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Artículos de Juan Lacasa Sánchez-Cruzat sobre Jaca y el ferrocarril de Canfranc
 

 Semanario "El Pirineo Aragonés"

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EL CANFRANC

 

08/11/1924

El artículo de fondo del popular diario  Heraldo de Aragón de fecha 31 de octubre último y una extensa correspondencia inserta en el no menos ilustrado Diario Universal de Madrid del 3 actual, nos sugiere una idea que nos permite poner a la consideración de quienes, valiendo infinitamente más y ocupando sitios abonados para hacer campañas provechosas, comparten con nosotros los entusiasmos heredados de nuestros mayores, y por fortuna sentidos por la actual generación en favor de la obra magna que habrá de transformar la vida económica de Aragón, intensificando a la vez las corrientes de armonía con nuestra vecina Francia, cuyos intereses de múltiples estilos necesitan ir de la mano con los nuestros, máxime en la empresa colonizadora de allende el Estrecho, que, pese a nuestros buenos deseos de aminorar el sacrificio de vidas y el gasto de millones, sigue latente, sin que pueda advertirse una inmediata solución, en completa armonía las armas y la diplomacia.

Es escrito de referencia de El Heraldo de Aragón, perfectamente documentado respecto al actual estado de la obra del Canfranc, es un aldabonazo oportunísimo, que debe de despertar una vez más las energías de esta región, cuyos hombres más eminentes y más celosa prensa pusieron siempre a tributo sus facultades y su influencia en favor del ferrocarril, cuya explotación, según el convenio internacional, debía inaugurarse el 28 de enero de 1917.

A. Mar. el corresponsal del Diario Universal en París, perfecto conocedor de Francia y de sus hombres públicos más notables, nos relata la forma en que se ha desarrollado su visita al nuevo Embajador de la vecina República en Madrid, Conde de Peretti de la Rocca: en esa visita, dice, el novísimo Embajador explicó cómo, al plantearse el reciente amplio movimiento diplomático, el Presidente Herriot le dijo: "Es preciso que vaya usted a Madrid, porque sus grandes simpatías por España corresponden y traducen perfectamente las ideas del Gobierno francés y de la Francia.". ¡Y yo me apresuré a aceptar, con el más profundo regocijo! "He estado varias veces en España. Al ir allí, en representación de Francia, me propongo dar a mi país todo el relieve que yo considero que Francia debe tener en un país que apreciamos y que queremos como España merece. No he de concretarme a vivir allí como Embajador y a puerta cerrada. Pienso salir de aquí en automóvil, y antes de llegar a Madrid visitar algunos puntos. Después de presentar mis cartas credenciales, recibiré con frecuencia en el hotel de la Embajada y durante el año visitarán en automóvil toda la España..."

España, por suerte suya, no sufrió consecuencias directas de la gran guerra europea. Desenvolvió la construcción del Canfranc metódicamente, y ya la locomotora, después de salvar los riscos de las estribaciones del Pirineo, viene hace algunos años lanzando sus alientos de progreso ante la perforada inmensa mole del Somport, como ansiosa de entregar sus viajeros y sus mercancías al matersal (?) francés; la Estación Internacional, de 246 metros de extensión, se levanta elegante y airosa, circundada de vegetación prometedora, que la mano de los forestales supo incrustar en aquel imponente circo de pétreo macizo; todo, en fin, está dispuesto, y hasta los detalles de viviendas para empleados y obreros de la nueva barriada es cosa fácil, estando anunciada su inmediata ejecución.

¿Qué falta, pues, para que brevemente sea una realidad ese sueño dorado de aragoneses y bearneses?... Ya nos lo dice bien concretamente Heraldo de Aragón. Un incidente ha venido a detener los trabajos de supraestructura, cuya ejecución incumbe a la Compañía del Midi. La Compañía alega, con justa razón, que el coeficiente de subvención concedido por kilómetro antes de la guerra, debe elevarse hoy proporcionalmente con el alza que han experimentado todos los elementos necesarios para construir. Y ha suspendido todas las obras hasta que el Estado acuerde modificar aquel coeficiente, mediante un nuevo convenio con la Compañía. Tal modificación fue ya votada por la Cámara francesa de diputados, pero ese voto no ha sido objeto de la ratificación necesaria por parte del Senado. Y de ese trámite indispensable están pendientes todas las cosas. Los contratistas de la parte francesa insisten en que puede ser explotada la línea completa en el segundo semestre de 1928, si el Senado ratifica pronto el voto del Congreso francés, y en este sentido se han dirigido al Gobierno de la vecina República varias Cámara del mediodía del Francia, pidiéndole que salve rápidamente esa dificultad.

Todo eso y más dice el querido colega.

Es cierto que Aragón entero está interesado en la pronta explotación de esta obra que tantos millones de pesetas lleva absorbidos, pero no lo es menos que Zaragoza, capital, ha de retirar de manera más directa que nadie los beneficios de la misma. Zaragoza tiene hombres y entidades cuyos consejos fueron siempre escuchados por los Gobiernos; sus peticiones no sufren desaire cuando son tan justas y oportunas como la que ahora puede y debe de hacerse, y en esa labor encontrará ( no lo dude un momento) la cooperación entusiasta y decidida de su provincia, la de Huesca y Teruel. No es Aragón sólo quien está interesado en esta obra; lo está también España entera, y hay que recabar con tesón, por medios eficaces, que nuestro Gobierno solicite del francés, aprovechando las excelentes disposiciones del nuevo Embajador, que dentro del presente mes presentará sus cartas credenciales a S. M.  el Rey, la pronta aprobación por parte de aquel Senado, del mencionado expediente, cuyo particular es de orden económico, pero insignificante en comparación con lo que ambas naciones llevan embolsado; con los sacrificios que se impusieron tantos y tantos políticos eminentes; con la inteligencia que desarrollaron sobresalientes técnicos; con las vidas, heridas y sufrimientos que inmolaron tantos obreros. Que Zaragoza hable por boca de su Diputación, de su Ayuntamiento, de su Prensa, de su Sociedad Económica de Amigos del País, de su Universidad, de su Cámara de Comercio... y muy en breve la ansiada explotación del Canfranc será una realidad.

JUAN LACASA SÁNCHEZ-CRUZAT


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