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Artículos de Juan Lacasa Sánchez-Cruzat sobre Jaca y el ferrocarril de Canfranc
 

 Semanario "El Pirineo Aragonés"

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JACA Y EL FERRO-CARRIL VII

 

30/07/1910

Si en los órdenes todos de la vida de nuestra ciudad ha de ejercer influencia la línea internacional, hoy en construcción, habrá de hacerlo de modo mucho más visible en lo que afecta a la parte comercial; veamos, sin embargo, antes de entrar en materia cuál es la misión del comercio.

Esta rama de la riqueza humana es la que se encarga de averiguar lo que en unas partes sobra y en otras falta; lleva lo que es inútil en un lado a otro en que es, no sólo útil sino a veces imprescindible; y como las necesidades de la vida son muy variadas, multiplica sus operaciones, y del lugar a donde lleva un artículo necesario y del cual se carece, toma otro género que allí se produce en demasía y lo transporta a otro sitio donde no se aclimata o no se fabrica.

Y esto, que ocurre con el agricultor, sucede también con el industrial, a quin procura primeras materias, para volver a llevarlas al sitio de donde las tomara, y en el cual no podrían utilizarse por no estar en condiciones de satisfacer necesidades sentidas.

En pocos asuntos se nota como en el comercio el principio de la división del trabajo, ese gran principio al que puede darse el calificativo de palanca poderosa de la civilización ¿Qué sería de la humanidad si cada uno de los individuos que la componen hubiera de satisfacer por sí solo las necesidades que experimenta? Ni aún las más imprescindibles podrían ser satisfechas completamente.

Para que el comercio pueda efectuarse con alguna importancia, no ha de limitarse a un cambio de productos que se obtengan en una sola comarca, y por consiguiente, necesita como factor principalísimo fáciles vías de comunicación. Supongamos por un momento que nos hallamos en un punto donde la extracción del oro se verifica con alguna facilidad, pero que, en cambio, careciendo de carreteras y vías férreas hace dificilísima, no sólo su exportación sino también la importación del trigo, del vino y otros artículos necesarios para la vida; de nada valdría el preciado metal ante las dificultades que existirían para trasladarlo a los grandes centros, a la vez que el hombre se proporcionaba lo más indispensable que la vida requiere.

Hasta ahora, el comercio de Jaca ha tenido que limitarse a exportar los cereales, ganado, lanas, maderas, etc., etc., y sólo con hacer un cálculo de lo que representa la economía obtenida en el transporte desde que el ferrocarril llega hasta Jaca podrá apreciarse que, aparte la comodidad de poder facturar en esta misma estación, han quedado muchos miles de duros por el mayor precio obtenido dentro de los cursos en la venta de todos y cada uno de los artículos.

 

No falta quien objete que la vida de Jaca es más cara ahora que veinte años atrás, porque algunos artículos que se producen en el país han subido de precio, sin tener en cuenta que otros de los que vienen a facilitar la vida y que se importan de fuera se adquieren en mejores condiciones y economía que antiguamente; y sobre todo en los pueblos donde llega una vía férrea difícilmente puede conocerse la carestía total de ningún artículo, y menos el hambre, pues el comercio se apercibe de las necesidades sentidas y de los medios para remediarlas, apresurándose a traer aquello cuya falta se nota: un artículo insignificante nos ocurre citar en este momento, la paja, que a cientos de vagones ha llegado a esta estación, salvando quizás muchas caballerías y viniendo a facilitar la producción de estiércoles, tan necesarios a la agricultura.

Pueden hacerse del comercio dos principales clasificaciones, a saber: el del por mayor y el del por menor, siendo el objeto del primero adquirir cantidades de importancia en los puntos donde se producen, para venderlas después a otros negociantes que se encargan de colocarlas en manos del consumidor en la cantidad que únicamente necesita, siendo éste último el comercio al por menor.

Sabido es que uno de los mayores ingresos de nuestra nación lo proporciona el derecho de aduanas, y como consecuencia en los puntos fronterizos donde existen las administraciones de éstas o en poblaciones próximas, si están dotadas de buenas vías de comunicación, es donde radican las grandes casas dedicadas a la importación y exportación de los artículos de mayor consumo en la península. Si hasta ahora, pues, ha sido imposible establecer en Jaca negocios de tal índole, cabe suponer que, construido el Canfranc, tendrán grande razón de ser y podrán alcanzar vida próspera.

En cuanto al comercio al por menor, es indudable que en los primeros años y hasta que se normalicen las circunstancias, habrá de sufrir cierta crisis, ya que muchos de los franceses que visiten a Jaca, principalmente de los puntos fronterizos, encontrarán economía en bastantes de las casas que aquí se venden, y por consiguiente aumentará su salida, mientras que otras muchas serán adquiridas por los naturales de esta montaña, al apercibirse de que las casas de Bordeaux, Pau y Olorón las expenden en condiciones más ventajosas.

En el caso que nos ocupa cabe también suponer que, por las condiciones del terreno en que ha de emplazarse la estación internacional, habrá de aumentarse bastante el número de familias que se estacionen en Jaca, creciendo de esta manera el consumo de toda clase de artículos, y como no procede, ni sería serio, entregarnos a fantasías optimistas o infundadas, convendrá pasemos a tratar qué clase de familias serán las que probablemente aumenten el vecindario de nuestra ciudad.

JUAN LACASA SÁNCHEZ-CRUZAT


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