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Artículos de Juan Lacasa Sánchez-Cruzat sobre Jaca y el ferrocarril de Canfranc
 

 Semanario "El Pirineo Aragonés"

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JACA Y EL FERRO-CARRIL IV

 

02/07/1910

Para probar la influencia que las vías de comunicación ejercen en el desarrollo industrial de una ciudad, bastará observar dentro de nuestra misma patria que pueblos florecientes en su industria no ha muchos años, han decaído hasta verla anulada efecto de las dificultades para la importación de materia prima y exportación de sus productos elaborados, mientras que otros donde antes era desconocida la transformación de materias para su presentación en el mercado, viven hoy prósperamente merced a los beneficios que les proporciona la grande y la pequeña industria situada al lado de vías férreas que las atraviesan.

Tres factores de importancia han de concurrir en un pueblo o comarca para que pueda considerarse como probable la implantación en ellos de diversas industrias, a saber: el espíritu industrial de sus habitantes, ya se trate de los que por su posición o ilustración han de tomar la iniciativa y dirigir los negocios, ya se refiera a las condiciones de la clase obrera, que bajo el mandato de encargados o capataces, puedan practicar el trabajo manual; facilidad en la producción de fuerza motriz y capitales proporcionados a lo que requieran la implantación y desenvolvimiento del negocio.

Cuando hace una centuria la vida agrícola de nuestra ciudad era muy exigua y las necesidades de sus  habitantes se satisfacían con un número reducidísimo de artículos, importados principalmente de Navarra, la industria de lanas tenía en Jaca y su montaña relativa importancia, efectuándose aquí el lavado de ellas, su hilado y tejido en paños burdos, estameñas y cadines, así como también llegaron a fabricarse la medias llamadas de telar, cuya exportación se hacía a Huesca, Barbastro, Pamplona y otros puntos no lejanos; pero vino el desarrollo industrial de Cataluña, la introducción de moderna maquinaria y decayó totalmente nuestra industria lanera, exportándose desde entonces la materia prima, no poco apreciada en muchos mercados; de todas suertes, el espíritu de empresa se ha conservado, y propios y extraños tienen que reconocer en los hombres de este país condiciones para consagrarse a esta rama de la riqueza.

Si tratamos de la fuerza motriz, sabido es que el desnivel pronunciadísimo del río Aragón ha permitido el establecimiento de varios saltos, cuya fuerza total no se consume y puede cederse a precio baratísimo, siendo de gran facilidad la creación de nuevos saltos en número incontable; y aunque por el momento se ha interrumpido la concesión de los mismos por causas que se relacionan con la construcción del Canfranc, desaparecidas éstas volverán las cosas en este sentido a su estado normal, y es de suponer que por los hijos del país o personas extrañas a él habrá de aprovecharse esta riqueza que la naturaleza nos brinda para la producción de la llamada "hulla blanca", aplicable con gran facilidad no solo para la grande, sí que también para la pequeña industria.

No hay que dudar por último, de que existen capitales sobrados para consagrarse a esta rama de los negocios; y así como hace algunos años gran parte de las economías o adelantos eran invertidos en papel del Estado hoy día los capitalistas se han familiarizado con otros valores mobiliarios, como son las acciones y obligaciones en sociedades anónimas de todas clases, aparte que las grandes facilidades  que los bancos y otras sociedades de crédito proporcionan a los negocios, hacen que la adquisición de metálico sea grandemente fácil si a los hombres dedicados a ellos se les considera honrados e inteligentes para el desenvolvimiento de los mismos.

Sin perjuicio de que, abusando de nuestra incapacidad y de la benevolencia de los lectores de este semanario, procuraremos fijar la atención en las industrias que puedan ser de más fácil implantación en este país, no podemos sustraernos a la idea de copiar la carta que os dirige nuestro ilustre compatricio Don Basilio Paraíso, cuya competencia en asuntos mercantiles e industriales de tal modo es conocida, que hace se le considere como una verdadera e indiscutible autoridad en asuntos financieros. Dice así:

"No puede dudarse del esplendoroso porvenir reservado a esa ciudad con motivo de la apertura del túnel del Canfranc y la explotación de la nueva ferro-vía internacional.

"Bastaría el solo hecho de que Jaca, Huesca y Zaragoza, tuvieran mayor aproximación al mercado europeo por la facilidad de comunicaciones que entre ellas ha de establecerse, para que esa ciudad viera resueltas muchas de las dificultades que hoy se oponen al desarrollo comercial de esa comarca y para que tocara los beneficios de la transformación en el servicio de abastos que se operara seguramente con el tráfico de la línea internacional. Y sin embargo, todas estas mejoras carecerán de importancia ante la extraordinaria que ha de adquirir Jaca, cuando, siendo lazo de unión entre Europa y nuestra Península, se domicilien en ella los múltiples servicios que el régimen de fronteras y el mismo tráfico internacional ha de crear; y cuando, impulsada la ciudad por esa nueva vida febril de trabajo y de progreso, transforme la suya y surja la pequeña y la grande industria, pero sobre todo la pequeña, que es la que nutre al país e insensiblemente le hace próspero, culto y progresivo. ¿Cuales son las industrias que más preferentemente pueden y deben emplazarse en esa comarca? El crecimiento obligado que esa ciudad ha de adquirir y las condiciones del mercado, pondrán de manifiesto cuales son aquellas que por la facilidad de medios en la producción estarán aseguradas de un fracaso".

"Ya sé que el túnel, por dificultades en la obra, no estará terminado tan pronto como deseamos los que, declinando en la vida, sentimos ansia de ver lo que esta parte de nuestro Aragón querido ha de beneficiarse con la explotación de esa ferro-vía; pero es necesario que ahí, como aquí, no esperemos con los brazos cruzados, es indispensable que en lugar de entregarnos a pesimismos y desmayos propios del que no siente el deber, preparemos nuestras ciudades, Jaca, Huesca y Zaragoza, haciendo hondas y radicales reformas en su urbanización como en sus servicios, para que, llegado el suspirado día en que los dos pueblos afirmen su cordialidad en estrecho abrazo, no esté más justificado nuestro deseo de visitar Olorón y Burdeos que el que los franceses puedan tener de llegarse a Jaca, Huesca y Zaragoza".

Sabido es que en la actualidad se está verificando una reacción local en el sentido de qué queremos ocuparnos, o sea en el industrial: díganlo las potentes dinamos de las sociedades eléctricas, la sierra de maderas y las fábricas de cementos, ninguna de las cuales existían hasta hace pocos años, sin perjuicio del mejoramiento que han adquirido las que ya se hallaban instaladas, como las de chocolates y otras.

Para no resultar demasiado extensos en el presente número, reservemos para el próximo el tratar de las industrias que pueden establecerse con alguna garantía de éxito.

JUAN LACASA SÁNCHEZ-CRUZAT


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