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Artículos de Juan Lacasa Sánchez-Cruzat sobre Jaca y el ferrocarril de Canfranc
 

 Semanario "El Pirineo Aragonés"

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JACA Y EL FERRO-CARRIL 

04/06/1910

Aquella idea que en buena y ya remota hora se inició de comunicar a España con Francia por Canfranc, hubo de tropezar con inconvenientes tales, que la resistencia presentada por la roca al acero y a la dinamita resulta insignificante, si se la compara con aquéllos; a pesar de todo, llegó una fecha de feliz recordación y ante la mole pirenaica vimos elevarse artístico altar y llegar hasta él representantes de la nación, hombres llenos de entusiasmo y henchido el corazón; y haciendo marco a aquella representación brillantísima, en que la Iglesia y el Estado, la milicia y el comercio, ocupaban los primeros puestos, vimos también que tomaba parte el pueblo todo; que de Jaca, Canfranc y diversos puntos del partido, habían llegado a un sitio hasta entonces solitario, conocido como el nombre de los Arañones. Un Ministro de la Corona prendió fuego al primer barreno, y el ruido estridente de éste hizo prorrumpir a los concurrentes todos en atronadores vivas... Han pasado sólo 18 meses, y el que visita los lugares que fueron teatro de aquella escena tiene motivos para desconocerlos totalmente; pues el avance en el túnel se verifica con toda normalidad, y cada día alcanza cinco a seis metros, siendo dignos del mayor elogio los contratistas señores Calderai y Bastianelli, así como el personal encargado de las obras.

De las entrañas del Pirineo se han extraído miles y miles de metros cúbicos de piedra, que, arrastrada por las locomotoras, viene a servir de base para la nueva vía; numerosos edificios, dotados de las condiciones que la vida moderna requiere, se han construido formando un pueblo especie de avanzada, del que será complemento la estación internacional.

A la vez que todo esto ocurre en los Arañones, ingenieros y contratistas recorren constantemente los 25 kilómetros, poco más o menos, que separan la estación de Jaca  de la boca del túnel. Se ha verificado la adjudicación de los cinco trozos en que se dividen las obras a empresarios de reconocida competencia y actividad, y en un plazo muy breve, numerosas brigadas de obreros vendrán a reforzar en todo el trayecto las que ya en corto tiempo han abierto grandes trincheras, llenado enormes terraplenes y practicado varios túneles y alcantarillas.

La construcción del Canfranc no es ya un sueño, es una realidad; a pesar de esto, todavía y aunque parezca mentira, hay gentes que dudan de lo que ven; alegan en ocasiones, que alguna compañía poderosa, que inconvenientes del ramo de Guerra, que el enfriamiento de relaciones de las dos naciones interesadas, o que otras mi y mil causas imaginarias, puedan ser otras tantas razones que dificulten, y aun anulen la actual construcción; y estos fatídicos augurios no pueden menos de recordarnos a los cien pesimistas que siempre sostenían lo irrealizable de la obra.

Reconocida, pues, por los más ignorantes y por los más pesimistas la importancia que las vías de comunicación ejercen en la vida de los pueblos, ya favorable, ya desfavorablemente, vale la pena y ha llegado el momento de que hagamos cálculo frío y sereno de las consecuencias que para nuestra querida ciudad pueda reportar la obra que nos ocupa, interesante asunto que, con tan grande cariño como escasa competencia, trataremos de desarrollar en artículos sucesivos.

JUAN LACASA SÁNCHEZ-CRUZAT


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