"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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LA EUROPA DE AQUÍ AL LADO. PAU VECINA INCITANTE

19/06/1987

Jaca es un esfuerzo aragonés de asomarse a lo europeo, en primera fila ante la montaña gigante que nos da paisaje, pero a la vez es barrera física y psicológica. Para ver una Europa central y significativa, hay que superar lo pirenaico e ir al detalle, en los modos de vida en el complejo desde lo racial e histórico y lo económico y social, a lo cultural, a todo, desde el trabajo al ocio. Muchas veces pensamos que Pau es para Jaca el gran modelo para hacer cosas magníficas, la sugestión incitante, lo que enseña y arrastra. Queremos, en el día meditador anual de lo jaqués, la fiesta de su Patrona, hablar un poco sobre Pau desde este PIRINEO de papel.

En inicio del XIX aun un pueblo pequeño, 8.000 habitantes, en el llano tras rápido descenso de los valles de Aspe y de Ossau vecinos nuestros. 30.000 habitantes hacia 1920. Ahora unos 100.000, indefinidos en zona de influencia. Redondamente, en 2 siglos, de 1800 hacia el año 2000, una bella y firme trayectoria de progreso, de mostrar el glorioso ayer venerado y de alcanzar altas metas en lo urbanístico, comunicaciones, industrias, abierto acogimiento de extranjeras presencias, en lo deportivo o lo universitario.

Grandes nombres en el pasado, a lo Gaston Phoebus antecesor de los Reyes de Navarra o el de Enrique IV, el de París bien vale una misa y el del Castillo. Junto a la herencia del tiempo, el tesoro del espacio que brinda un clima dulce, al resguardó de vientos, la cara sur mirando al Pirineo con las agujas señeras del Midi de Ossau, en la brava silueta que ilustra el horizonte.

Un azar de las guerras cambió la suerte del pequeño burgo tras las guerras napoleónicas. Los oficiales ingleses del ejército de Wellington vencedores del Corso en España y que penetran en Francia, aprecian las bondades del ambiente climático y van estableciendo una colonia inglesa que goza de los calmos inviernos, de suave temperatura, de montañero aire purísimo. Al frente de la Villa se suceden Alcaldes llenos de aspiraciones y de audacia, como Patrick O'Quin descendiente de irlandeses fijados en Pau en 1831, Monpezat en 1878 o Henri Faisand unos lustros después.

Todo se apoya en antecedentes que alcanzan al propio Napoleón, de paso en Pau en 1808 que inicia el trazado del belvedere sur, con la adquisición de jardines, y va surgiendo de entusiastas y escritores, de urbanistas al fin, el trazado de lo que será ese Boulevard de los Pirineos, con casi 50 arcos sobre el declive que desciende al río, con hacia 600 metros de largo y gran anchura, arrancando desde la Place Royale, donde hoy se encuentran el Ayuntamiento y el Consulado de España. El todo se adorna de vegetación y de verdor, poniendo el silencioso asfalto al servicio de la Naturaleza llegando al Parque Beaument en la dirección a Tarbes y Lourdes. Además, hacia los años 20, se salva el deficiente estado del edificio llamado Parlamento de Navarra, sede ahora del Consejo General de Pirineos Atlánticos.

Los ingleses invernantes en la larga etapa desde el Romanticismo a la Bella Epoque, hasta la Guerra del 14, dan un tono brillantísimo a la “saison” invernal de Pau, con literatos, pintores, artistas de Teatro y de la Música, con imprentas y librerías. Se instauran formas de vida inglesa, con prodigalidad de palabras anglizantes en los alojamientos, en las comidas, en las costumbres sociales y diversiones. Aparece el auge de deportes traídos de esos ambientes, como el golf o la caza del zorro. Más tarde, ya en nuestros días, se alcanza el Centésimo Gran Premio de hipismo y se suceden las pruebas automovilísticas en primavera, en el gran circuito en torno al Boulevard y la Estación ferroviaria.

Las básicas comunicaciones no eran descuidadas. Aun lejanos del centralista París, el tren está ya en Pau en, 1875, cuando había nacido la red francesa balbuciente hacia 1837 en torno a la capital y a Lyon y estaba en Burdeos en 1856. La carretera Nacional 117 que viene de Toulouse y busca la costa atlántica es todavía, mientras avanza la autopista, una cierta vía europea para nosotros españoles ávidos de conocer lo francés. El luego malogrado Canfranc había triunfado frente a otros diez proyectos transpirenaicos.

Nada menos que en 1908 se crea en Pont Long, junto a Pau, la primera Escuela de Aviación de Francia, que prepara pilotos militares para la Guerra de 1914 y figuras a lo Guynemer. Hoy esto se traduce en la presencia del Aeródromo comercial de Pau Uzein, con más de 400.000 viajeros anuales y crecientes enlaces. La relación con el puerto de Bayona se intensifica con la presencia de los productos de Gas de Lacq, promoción insospechada de lo bearnés en el último tercio de siglo. Bayona mueve más de 3 millones de toneladas al año, y destaca en ellas el volumen del maíz, de masiva producción en la avanzada agricultura del Sudoeste galo.

Con dependencia inicial de Burdeos, va plasmando en Pau lo universitario, primero con un Colegio Jurídico y de Ciencias Económicas y luego sucesivas las Facultades de Ciencias y Letras, con intensa actividad en veranos también. No se acabaría de hablar de cosas de Pau, de sus logros, de sus gentes como el aragonesista Alcalde Luis Sallenave tan vinculado a Zaragoza.

Cuando se va a Pau sentimos como una cierta obligación de superar la rápida visión turística, las compras ventajosas de novedad o capricho en sus galerías y almacenes. Hay que penetrar, al menos un poco, en el pasado de esa ciudad bellísima y acogedora, nuestra vecina cordial, nuestro modelo en muchas cosas. Desde el día jaqués de Santa Orosia, un saludo a los amigos bearneses de siempre, un abrazo por encima del Pirineo y de las Aduanas a desaparecer.

JUAN LACASA LACASA

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