"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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UN LIBRO IMPORTANTE SOBRE SAN JUAN DE LA PEÑA

12/12/1986

Junto a la prosecución de decisivos trabajos restauradores de nuestro gran monumento, el Departamento de Cultura de la Diputación General de Aragón ha tenido el acierto de encargar a persona calificadísima una Guía Histórico Artística del Monasterio Viejo, que se ha acabado de imprimir en Zaragoza el pasado primero de Octubre y que esperamos tenga muy amplia divulgación. Se trata del trabajo de la historiadora, joven pero ya en plena madurez de su tarea investigadora, Isabel Lapeña Paul, discípula muy directa del Catedrático de la Universidad de Zaragoza, el Dr. Antonio Ubieto Arteta.

Isabel Lapeña lleva unos cinco años dedicada, en miles de horas, al examen, transcripción, traducción muchas veces y sistematización, de acaso 1.500 documentos sobre San Juan, manejados en la Biblioteca Nacional o el Archivo Histórico también nacional de Madrid además de la búsqueda en los Diocesanos de Zaragoza, Huesca y Jaca, en el de la Corona de Aragón de Barcelona y en otros lugares. Fruto de esa inmensa labor va a ser, en fecha que esperamos casi próxima, la lectura de su tesis doctoral que dirige el Dr. Ubieto. La Hermandad de Caballeros se honró haciendo presente a la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja el interés de esta empresa intelectual y la Caja ayudó con amplitud y generosidad a la investigadora, aunque su trabajo no tiene precio y es fruto de una gran vocación y de extraordinaria voluntad y constancia.

La dificultad esencial para la autora ha sido sin duda el hecho de tener que reducir a menos de cien páginas, más bien cincuenta al existir muchos grabados, ese cúmulo de conocimientos de la vida diaria y real de San Juan de la Peña durante unos mil años. Ha debido pasar de extremo detalle, de los cientos de folios sobre cualquier materia parcial o momento histórico, a la síntesis y el esquema, que resultan densísimos de noticias, fechas y particularidades y requieren muy aguda atención de lector.

Muy acertada nos parece la capitulación del libro, con rigor cronológico en grandes períodos que dan claridad, normalmente de cada dos siglos, desde los del impetuoso arranque X-XI-XII hasta los XIX-XX digamos contemporáneos y de decadencia y restauraciones. En cada etapa de esas aparecen los nombres de Reyes, Abades, Papas y Prelados, de las grandes fechas de la construcción sucesiva, la superposición de estilos, lo mozárabe, el esencial románico, el gótico flamígero de San Victorián o lo renacentista y barroco de la Capilla de San Voto, ahora también dignificada y pulquérrima tras muchos decenios de extrema deficiencia y olvido. Especial dramatismo adquiere el relato en las referencias a los incendios de 1375, 1494 y 1675, este decisivo a la hora de pensar en el abandono del Monasterio Viejo y el afronte por la Comunidad Benedictina de la etapa 1682-1714, más de 30 años, en que se acomete y culmina el Monasterio Nuevo.

Mérito del libro, acaso en orientación no deliberada de la autora, es la referencia a los trabajos actuales, en las densas campañas de restauración y excavación de 1984, 1985 y este 1986 que acaba, con constancia de la dirección del Arquitecto Ramón Bescós Domínguez, sucesor de los esfuerzos de Ricardo Magdalena en finales del XIX, de Iñiguez Almech hacia 1935 y de Fernando Chueca en los años 50 del XX, simultáneos para este con la salvación in extremis de la Iglesia del Monasterio Alto. Igualmente se recogen las campañas de excavaciones de dirección Carlos Escó, Este trienio que finamos, presentadas también con claridad en los dos planos de las plantas baja y alta, siempre del Monasterio Viejo. Consta igualmente el nombre y referencias concretas de la labor del artista catalán Liberto Anglada, en el Panteón Real carlotercista y en otros lugares, últimamente en el lienzo de la capilla de San Voto.

Contemplamos este trabajo como un eslabón más, valiosísimo y de excepcional rigor documental, de los textos de Ricardo del Arco edición jaquesa de 1919, el de sucesivas ediciones de Francisco Oliván Baile o el de orientación para el visitante y turista de Domingo Buesa Conde en 1975, al margen de lo más estrictamente documental de las ediciones de Cartulario y Crónica de Antonio Ubieto o las tan autorizadas referencias, en tratados generales o monografías de Canellas, Durán Gudiol, Borrás o García Guatas, todos ellos bien reseñados en la bibliografía con que Isabel Lapeña finaliza su libro. Contiene éste también una relación del temario de los Capiteles de Claustro Románico y un glosario de términos arqueológicos y artísticos para comodidad del lector.

Podríamos extendernos mucho más al comentar la inmensa tarea de Isabel Lapeña. Pero preferimos cerrar esta nota, hecha con entusiasmo sanjuanista, pidiendo a la autora que no ceje en nuevas publicaciones sobre el tema. Imaginamos su tesis doctoral como un momento decisivo en cuanto se pueda saber sobre San Juan de la Peña. Y querríamos que junto a sus extracciones de olvidados documentos de lejanísimos siglos, nos haga en su momento también la glosa de aconteceres contemporáneos. La presencia allí de Santiago Ramón y Cajal, de Ortega y Unamuno, de Jefes de Estado como Alfonso XII, Alcalá Zamora o el General Franco, de viajeros románticos a lo Víctor Balaguer con el grabado Parcerisa, la de tantos nombres de hombres que por allí pasaron debe encajar en el gran recital que merece nuestra gran piedra lírica aragonesa, como El Escorial, en el decir de Ortega, lo es de lo español.

JUAN LACASA LACASA

 

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