"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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DOLOR Y ESPERANZA. RAFAEL GARRIDO

31/10/1986

El diario acontecer, con trágica periodicidad, da paso a la terrible acción terrorista y llena nuestro ánimo de pena y de tristeza. Unas veces golpea más cerca que otras y nos alcanza más intensamente, porque las víctimas han sido nuestros amigos, convecinos o relacionados. Así estos días, el pueblo jaques que abarrotó el Cementerio la tarde del domingo 26 y la Catedral la noche del lunes 27, ha hecho suyo el dolor familiar de los Garrido Velasco, arraigados como jaqueses a la ingente sombra del Pirineo. Era el dolor de Jaca, pero también el de Aragón, el de España, el de las Fuerzas Armadas, el de la Iglesia, el de todo hombre de bien.

Hay un tremendo contraste, en nuestros recuerdos de larga edad, desde aquel País Vasco al que llamábamos así sin que sonase a independentismo, al que íbamos gozosamente como a tierra fraterna y entrábamos en su alegría de vivir, en sus maneras, costumbres y altos niveles, y este ensangrentado en que el crimen impone su ley. Contemplamos con estupor sus divisiones, su fraccionamiento, y le deseamos desde el fondo del corazón, que halle en si mismo el camino superador, la coincidencia en lo esencial, en la paz de cada día, en la tranquila cotidianeidad, donde matar sea no solo ilegal, fútil palabra acaso, sino horrendo pecado, atrocidad condenable mil por mil.

En nuestra pequeña postura ciudadana, elevamos la mirada al ordenamiento jurídico, a la expresión del mecanismo de convivencia que debe ser la Constitución y querríamos que sus palabras se llenasen de contenido, de realidad y de eficacia. Que la proclamación de derechos se una a la garantía del primordial que es el de vivir y no ser asesinado, que el trípode de los Poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no llegásemos a temer se resquebraje, porque el primero funcionase con una mayoría mecánica y no dialogante y una oposición fraccionada, el segundo vacilase y el tercero fuese cuestionado y quedase sin prestigio en sus designaciones, su misión y sus criterios. Que las Fuerzas del Orden no apareciesen como las primeras a investigar y hubiera sutiles previsiones para la intangibilidad de los asesinos, que en todos los niveles, desde el más bajo agente a las alturas del Defensor del Pueblo, no se diese a cada cosa su categoría y su urgencia, que ese Cuarto Poder que es la Prensa no se quedase pontificando en los editoriales, campanudos e inoperantes, sino que llamase a las conciencias con responsabilidad. Querríamos, en fin, que el espíritu de las Leyes pasase del papel a las conductas, como si una lectura del Evangelio, de la Ley del Amor, diera vida a los fríos preceptos de la Gaceta.

De esa entrañable tierra vasca nos llegan muchos días amigos a millares, con un mensaje deportivo, con su presencia gratísima, con su manera cordial. Este domingo 26 de Octubre nos llegó en cambio un recuerdo de sangre y de infortunio. La fe en Dios y en España, la mirada hacía la altísima misión de la Corona, símbolo de unidad y permanencia, de arbitraje y moderación, quieren ganar en nuestro ánimo la batalla al temor, a la pena y la desesperanza. Que todo eso tan alto, Dios, España, el Rey, nos dejen reafirmar la fe en la gran familia nacional y que por ese camino, de Vasconia y de Navarra hacía Aragón, nos lleguen mensajes de fraternidad y de concordia, de recobrada calma, de calles sin víctimas, de manos estrechadas.

Mientras eso viene, que la tierra jacetana que han elegido para su descanso, sea el abrigo y el preludio de gloria que Dios les habrá dado, para el General Garrido Gil y para sus familiares muertos que como nuestros sentimos.

JUAN LACASA LACASA

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