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"Los afanes de una vida"
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EXPOSICIÓN LOUIS BARTHOU, ENORME ACONTECIMIENTO HISTÓRICO Y CULTURAL28/12/1984 |
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De antemano pedimos al lector excusas por nuestra exaltación entusiasta ante el hecho de la exhibición tenida estas fechas en el Palacio de Congresos de Jaca de recuerdos del genial bearnés con vida intensísima y acabada trágicamente al servicio de Francia, a caballo en los siglos XIX y XX. Creemos no exagerar diciendo que desde el momento inaugural de los Cursos de Verano, de algunas presencias de intelectuales egregios o episodios como el IX Centenario de la Catedral o la venida del Santo Grial a San Juan de la Peña, en 1963 o 1959 no ha habido en nuestro pequeño pero denso ambiente culto nada tan importante. La construcción del Palacio de Congresos se justificaría solo con haber albergado este tesoro documental y evocador. Nos unen lazos de tierra, el inmenso hecho pirenaico, y de historia, por ejemplo el Camino de Santiago, con lo bearnés. Oloron y Pau son para nosotros, cada uno en su escala, antesala de lo francés y lo europeo. Y puede tomarse a Luis Barthou, recordado o no por las generaciones recientes, como símbolo y potencia de valores más altos de esos vecinos entrañables. Barthou fue un meteoro político, patriótico, intelectual, que operó más de cincuenta años de su vida, setenta y dos de nacimiento a muerte, en las más altas instancias de lo francés. De raíces campesinas familiares con propio esfuerzo, Oloron, Pau, Burdeos, París, toda la Europa de ante la Guerra del 14 y también de 1919 a 1934 le encuentra en primera línea. Con su nombre se enlazan los más grandes de la política, en Francia Poincaré, Clemenceau, Petain, tantos y tantos, en sus dieciocho ocasiones ministeriales nada menos y una vez de esas Presidente de Gobierno, en momento crucial 1913. En la esfera mundial tras el Tratado de Versalles, al frente de la Comisión de Reparaciones con Lloyd George, Benes, el Mariscal Pildsuski o Litvinof, nombres densos de las relaciones internacionales sobre todo en los felices veintes. Pero el político que lo fue todo y que paseó naciones y continentes defendiendo a Francia, no era solo eso. Su figura literaria es fenomenal, polifacético, Académico con todo lo que esto implica y arrastra en el ambiente parisino, autor de decenas de libros, mecenas, amigo de poetas, se enlaza su nombre a los más grandes, Anatole France, Edmond Rostand, Pierre Loti, Mauricio Barrès, Ana de Noailles, Paul Valery, lista inacabable. En su vida privada, una gran figura de mujer a su lado y una tragedia inmensa, la pena de una vida, con la muerte en el frente francés contra Alemania en 1914, de su hijo Max, único, a sus 18 años, voluntario antes de movilizarse su reemplazo, en los primeros momentos de lucha. Ante este fenómeno de la naturaleza, ante esta potencia vital, los amigos bearneses han tenido el singular acierto de trabajar durante dos años preparando la conmemoración de medio siglo de su muerte. El libro editado ahora por el Consejo General de los Pirineos Atlánticos, que Luis Barthou presidió decenios, acredita a esa Corporación, presidida por un amigo de España, de Aragón y de Jaca, Franz Duboscq, de sensibilizada, consciente y sabedora de sus deberes, no ya de gratitud sino de elaboración de Historia, de conciencia colectiva, de alta vida moral de un pueblo. |
Ese texto, que hemos de guardar de por vida y legar a los nuestros, que también aman lo francés, como un tesoro, es una muestra acabada del bien hacer las cosas, lejanos de la improvisación, agotando las fuentes, extremando el método expositivo, con elegancia de formas literarias y tipográficas, trabajando en equipo, haciendo justicia a cada colaboración, puntualizando datos y procedencias. La vida de Barthou se proyecta sobre unos decenios decisivos para Europa y todo, política, guerras, literatura, deporte, progreso material, ideas y creencias, está mezclado allí y dosificado. Hasta 933 fichas o notas de los objetos y materiales de la exposición se enumeran una a una para conocimiento de todos, satisfacción de eruditos, apoyo de los historiadores. Podríamos descender a la evocación personal de Barthou, artífice del Canfranc en Francia, con relación a nuestro padre Juan Lacasa Sánchez Cruzat, que vivió hacia 1888 en el domicilio de Barthou, flamante abogado reciente y concejal de Pau entonces. Nosotros no le llegamos a conocer a Barthou, por el severo orden organizativo de 18 de Julio de 1928 al venir él a Canfranc. Por circunstancias de estudios en Pau y por seguir la real relación con la familia Barthou, acaso sean mis parientes tan próximos Pilar y Generoso Lacasa Portas los únicos jaqueses vivientes que pudieron conocer al gran político personalmente, en la juventud de ellos y en la madurez de él, en sus ocasionales visitas a Pau desde París. Recordamos al menos una llegada a Jaca hacia 1921 de la señora Barés, María Clemencia Honorina Barthou, hermana de D. Luis, en un automóvil de la época con el que subieron el Somport y pasaron con las familias Lacasa gratas jornadas. Eran tiempos de más intensas relaciones personales entre ambas vertientes pirenaicas, menos agitados y cambiantes que los actuales. A la hora de personalizar, tras todo lo dicho, la autoría de la Exposición y de libro subsiguiente, hemos de concretarlo en el historiador de Pau M. Jean Jaques Cazaurang que tuvo la bondad de venir a Jaca, y al que todos debemos especialísima gratitud. Junto a él, un amigo aun más próximo en lo físico y en lo diario, el erudito y activísimo Haure, que nos da con sus elocuentes palabras en el Palacio de Congresos de Jaca ocasión de agradecerle ese real consulado español en Oloron que ejerce cada día. Misión cumplida. En el 1º de Diciembre de 1983, hace un año, pedimos en este semanario atención a esa conmemoración. El buen hacer de los franceses y la gran disposición de la Alcaldía y la Corporación municipal toda de Jaca han hecho posible el fenomenal acontecimiento. Enhorabuena a los que han asistido a él y casi sentimiento hacia los que se lo han perdido.JUAN LACASA LACASA
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