"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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MÁS SOBRE ORTEGA Y GASSET Y ARAGÓN

01/03/1984

El 12 de Enero último, en este semanario, nos uníamos a las voces recordatorias del gran filósofo español en el centenario de su nacimiento y aludíamos a las referencias a lo aragonés en su obra colosal. Ahora traemos unos complementos. Familiares y relacionados con Ortega nos acusan muy amablemente recibo de aquel texto, así su hija Soledad Ortega Spottorno y la Condesa de Yebes Carmen Muñoz Rocatallada. Pero es especialmente Miguel Ortega Spottorno, el hijo mayor del pensador, el que nos dirige cuatro folios manuscritos y hasta quince fotografías y nos da datos minuciosísimos y valiosos de un largo viaje pirenaico con don José por esta tierra altoaragonesa en el verano de 1930. Con nuestra extrema gratitud a ese alto remitente, vamos a resumirlo y comentarlo aquí.

Los Ortega veraneaban entonces en el Pirineo catalán, pero desde allí irradian al aragonés y siguen hacia la tierra vasca por Navarra, buscando otra residencia suya frecuente en Zumaya y también se asoma al lado francés en Cauterets y Gavarnie vía Hendaya a Pau. No solo es estricta visita al Pirineo sino que en lo oscense van a Alquezar y Loarre y se acercan a Graus para evocar a Joaquín Costa, unos cuarenta años mayor que Ortega y hacia el que este sentía veneración y respeto. Rastreamos ahora las citas de don José en sus obras completas para la figura de Costa. Dice de este que es el celtíbero cuya alma alcanza más vibraciones por segundo y elogia sus broncos ideales juveniles, sus ciclópeas imaginaciones de titán mozo y ensalza a Aragón, patria de Costa, diciendo que es comarca que conserva más acusados que otra alguna ciertos rasgos irreductibles de la raza.

A Ordesa se acercan los Ortega subiendo a Broto desde la parte baja de la provincia, pues no existía en el verano de 1930 la carretera de Biescas a Broto por Cotefablo. Ortega era buen andarín y penetran en el mágico Valle y prodigan las fotos que ahora nos envía Miguel Ortega, una de ellas con la estela de Lucien Briet.

Desde Jaca, a donde llegaron desde Huesca por la vieja carretera de Oroel, fueron a Hecho, estuvieron en el balcón de los Rocatallada. Don José se hizo hablar en cheso. Creemos que Miral, al que vimos con él allí, no sería ajeno a alguna demostración de la fabla, de la que él era literato. Miguel Ortega elogia ahora las luces tornasoladas de Oroel, cuando se dirigen a San Juan de la Peña. No solo hemos de rectificar nuestra errónea afirmación de que no fueron a San Juan, sino que nos facilitan esa foto, de alto valor desde luego, tomada por el propio don José y que muestra el Monasterio Viejo en su situación de hace más de 50 años, antes de la reforma de Iñiguez Almech un lustro después. Junto a ese cliché insertamos el del automóvil de los Ortega, un viejo M-32106, de los que se pinchaban con frecuencia por las rudas carreteras de la época.

También visitaron Benasque y el famoso punto Trou du Toro, orientador de corrientes subterráneas de agua.

Se alejan de Jaca, donde pernoctaron en un hotel, hacia el poniente navarro. Ahora recibimos en esa remesa aludida una foto también de la iglesia de Leyre, en la situación de unos 25 años anterior a la vuelta de los Benedictinos hacia 1955.

Alude finalmente Miguel Ortega a su encuentro con los universitarios de los Cursos de Jaca.

A distancia de más de medio siglo, cuando se ha masificado el turismo, cuando el Pirineo va ganando en accesos, cuando Jaca progresa en su cosmopolitismo, que le viene de viejísimas raíces, hemos querido evocar y dejar huella impresa del paso de una figura egregia por nuestro suelo. Ya tiene ello un tinte amarillento, casi polvoriento pero a la vez dorado y entrañable. Reiteramos que valdría la pena, en el marco universitario, en el del Palacio de Congresos, en el Salón de Ciento, en todos juntos, cuando en verano culmina la vida intelectual de Jaca, acordarnos aquí de Ortega y Gasset, el español excepcionalísimo que supo unir a la llamada europea y superadora tanta esencia española y entre ésta también la aragonesa.

JUAN LACASA LACASA

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