"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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DON FAUSTO ABAD ESCOBAR, TESTIGO DE UN SIGLO

14/10/1982

Dios ha querido que el decano le la Prensa jaquesa no haya terminado su centésimo año de vida. Lo hubiera alcanzado en Agosto de 1983. Queríamos todos reiterarle en aquel momento homenajes de respeto y gratitud por su contribución a lo nuestro. Hemos de hacerlo ahora en la luctuosa ocasión.

La Imprenta Abad supera sobradamente el siglo de existencia. Hay un arranque en 1.866 en manos de Francisco Puente que hace aparecer el primer semanario, El Pirineo Central, de corta vida. Es en 1.870 cuando Rufino Abad, padre de Fausto, adquiere tal imprenta y con la titularidad de aquel, la de su viuda Regina Escobar y la de don Fausto se ha de alcanzar hacia dos tercios de siglo 1.874 a 1941, haciendo aparecer sucesivamente La Abeja del Pirene, El Monte Pano, La Montaña y sobre todo La Unión, esta de 1907 a 1941, fueron 34 años, cuando Fausto Abad veía correr su vida en la parte mas fecunda, de los 24 a los 58 años.

Esta inserción en tantos decenios jaqueses le permite contemplar una profundísima evolución política. Esos semanarios, sobre todo La Unión, quedan vinculados al ideario y la intensa acción personal del Duque de Bivona. Tras el agotarse del Parlamentarismo de 1.876, adviene la Dictadura de Primo de Rivera en 1923, los episodios de Galán Diciembre 1930 aquí y la II República en Abril de 1931. Sigue el tremendo período 1936-1939 y luego vienen años de paz y tranquilidad. Don Fausto sabe guardar, entre tantas corrientes encontradas, la corrección y el juego limpio. Tantos azares culminan para él en el hecho dolorosísimo de que su hijo Luis Abad Bovio muera en la batalla del Ebro, verano de 1938, en las filas nacionales. Esto le quita ilusiones y le lleva a dejar de publicar la Unión en abril de 1941, después de haberla acreditado como moderna, amena y alerta ante las necesidades, los problemas y las aspiraciones de Jaca.

Fausto Abad se vincula a las columnas de Heraldo de Aragón, donde es apreciadísimo siempre como excelente y destacado corresponsal, y va reflejando en ella cuanto a Jaca se refiere. Resulta a la vez, en unos tiempos de más lento llegar de la Prensa diaria hasta aquí, anteriores a la radio y aun con el teléfono balbuciente, el enlace para noticias de trascendencia española. Recordamos nítidamente los telegramas que quedan colocados en la Imprenta Abad, escaparate de la calle Mayor, con ocasión del desastre de Anual en 1921 y aun en otoño de 1931 sobre la discusión del artículo 26 de la Constitución de la República.

 

Otra faceta que afectó a la Imprenta Abad fueron las animadísimas tertulias de significadas personas de Jaca, profesionales, militares, sacerdotes, algún artista como José Luz Corbin, que en los atardeceres y largas veladas de los inviernos comentan lo jaqués y lo español. Pueden ser aquellas uno de los últimos círculos de elevado tono ideológico, con algo aun de dieciochesco e ilustrado. Podemos considerar que le sucede la de los universitarios que toman café en el kiosco Cuatro Vientos del Paseo de Franco, que dura hasta la construcción del Gran Hotel en 1958.

Al margen de lo periodístico, Fausto Abad colabora en cuanto es de interés para Jaca. Alcanza por largos periodos la simpática y grata situación de socio número uno de ambos Casinos o está presente en equipos concejiles, con los que llegamos a enlazar hacia 1941-1943. En todo pone su nota de capacidad, clara visión, avenencias y armonías.

La Providencia le ha permitido, en la parte más alta de su vivir, seguir estando presente físicamente, prácticamente hasta el final, en el moverse de su empresa, como un símbolo de ella. Y al dejarnos, no se lleva consigo sino que lo deja como preciadísima herencia jaquesa, el considerable volumen de las colecciones de sus semanarios, que siempre están abiertas a la consulta de estudiosos, historiadores y eruditos. Querríamos nosotros hacer sobre LA UNIÓN lo que hemos hecho con EL PIRINEO, o sea reducir a unos manejables cientos de folios, para las generaciones jóvenes, un esquema de ese tercio de siglo, que resultará como una hermana gemela de las maneras de Francisco Quintilla complementándose ambas e integrándose para magnífica historia de lo jacetano.

Finalmente, con Fausto Abad parece acabarse una generación de personas que caracterizan las familias de la parte oriental de la calle Mayor, los Lorenzo Pueyo, Manuel y Francisco Ripa, Germán Beritens, Antonio Pueyo Bergua, Mariano Mur, mis propios familiares Lacasa Lacasa o profundizando en años incluso Joaquín Gil Berges en largas etapas veraniegas, Fausto Gavín, las familias Solano o muchos conocidos Padres Escolapios. Descanse en paz este decano de todos ellos.

JUAN LACASA LACASA

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