"Los afanes de una vida"
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MINUTO JAQUÉS. LOS BARES16/10/1976 |
Sin la mugre de pretéritas tascas, con el buen vino de las tabernas alternan mejunges novedosos y saben tarifar alto el güisqui y echarle hielo y limón a la inocua cocacola que suba a cinco duros. Sus patrones le ponen imaginación al nombre. En vez del tradicional Laurel, enmarcan la portada de aluminio y ancho cristal, o la de oscuros vidrios caramelo que ocultan al cliente, con letreros geográficos, desde lo autóctono, Aragón, Somport, Pirineos o Candanchú, al dieciochesco Versalles, tropical Brasil, playero Biarritz o ambiciosamente Universal. Otros, confianzudos, se llaman patronímicamente Miguel, Paco o José, esotéricamente Alifran u oscensemente Laurentino. Muchos se localizan en las callejas del Noreste, donde Lacarra dice que estuvo el Jaca precatedralicio y ahora se vende la mercancía de Noé. Los mostradores alternan el sano alimento montañés, jamón, cecina, chorizo, longanizas frías o corruscantes de hirviente grasa, con los mariscos y otros frutos del mar. Sobre el placado inoxidable se vierte la espuma cervecera o la chorradilla que rebase el vasete de blanco, generoso el chaval servidor que demanda y dulcifica el importe del consumo con una broma. En los taburetes, sin los viejos curdas, matan el tiempo ellos y ellas, serios o joviales, pizpiretas o lánguidos, cuchicheando banalidades. JUAN LACASA LACASA |