"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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ALEMANIA AVE FENIX

29/05/1969

Casi me siento emplazado, para el amigo lector de EL PIRINEO, a una doble cita anual, primavera y otoño, en que una representación española reiterada, sindical de Pequeñas y Medianas Empresas, me lleva hacia Europa, desde el sol de media noche presentido en Estocolmo al azul de la bahía de Nápoles, pasando por la densidad y las burocracias tan activas de París, Bruselas o Ginebra. Esta vez fui al Rhin, Colonia, Bonn sobre todo, más una marcha a la Selva Negra, a la moderna Stuttgart, a la universitaria Túbingen, evocando recuerdos estudiantiles.

Alemania, centroeuropea, culta, capaz, trabajadora al límite, con fronteras que han ido de lo ruso a lo atlántico, varia del mar del Norte a los cantones suizos y al silencio austríaco de hoy, es la estampa de la tragedia. Su destino es levantar imperios, ser destruida y volver a alzarse. Quiera Dios que esta línea se quiebre y su calma de hoy, aun dolida de amputaciones, sea su encuadre definitivo en el común esfuerzo europeo.

Alemania Occidental es hoy territorialmente menos de la mitad de la de 1914, 250.000 kilómetros contra 540.000. Es menos de la mitad que España. Pero su población son casi 60 millones, cerca de los mismos que antes de la I Guerra Mundial. Su densidad es pues hacia cuatro veces la española. Es una franja sobre el Rhin de Colonia a Basilea, más la subida a Hamburgo y la hinchazón de Baviera hacia Checoslovaquia. Es un enjambre de actividad, vida estallante en ciudades y campos, industria, comercio, comunicaciones. Y todo reflejado en una potencia exportadora y una inverosimil posición dominante del marco entre las monedas, como fue patente estas semanas.

Del conjunto de organismos internacionales, maraña difícil, destacamos a la OCDE, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico. Agrupa a los europeos occidentales, a Inglaterra, a Estados Unidos, Japón y Canadá, total veintidós países, en ellos España. Es el gran bloque mundial industrial. Pues bien, en él Alemania pesa con sus exportaciones que llegan a 20 y al 30 del total, según sectores, con una media del 17 por ciento. Y ello, aun frenada prácticamente por las tendencias revaluadoras, encarecedoras de su mercancía.

La huella de la guerra se borra, con dolidas muestras. Nuestras placas de caídos se doblan allí con los nombres de prisioneros, con un dramático "Os esperamos", más el año del regreso o de la muerte, añadido. En un periódico de Bonn vi tremendas fotocopias de las cabeceras de abril 1945, con los rusos entrando en Berlín. Frente a este horror, sorpresas paradójicas. El Ayuntamiento de Colonia se reedifica sobre viejo suelo, movido a lo inverosímil por refugios y retirada de ruinas. Así aparecen restos romanos, muros, estatuas, bronces, cerámicas, mosaicos, restaurados con celo. Hay como un enorme túnel de metro en hormigón, con luz adecuada, que da una sensacional evocación romana, recordando a Pompeya.

En una soleada tarde del domingo 11 de mayo hice en tren el recorrido de Mannheim a Coblenza y Bonn por la orilla izquierda del Rhin. Era una procesión de embarcaciones mercantes y de recreo, los autos se acumulaban en las autopistas, a miles junto a los estadios o los embarcaderos. Este largo camino fluvial es hoy, como nunca, el símbolo alemán, los torreones de castillos románticos junto a las chimeneas fabriles.

Durante las sesiones empresariales tuve la enorme fortuna de oír desde cerca al autor del milagro alemán, el Dr. Ludwig Erhard, profesor de Economía, septuagenario, con su aire de muñeco de goma, una terrible voz de bajo y un aire cordial, sin el mínimo empaque, ultrademocrático, próximo, cualquiera. Hizo un canto a la economía liberal de mercado, previno contra excesos dirigistas, examinó las raíces milenarias de lo económico en el hombre, prefirió muchas veces la tradición a la novedad. Hábil en la restauración económica, no lo fue en la política diaria y dejó la Cancillería hace dos años. Pero su autoridad doctrinal y práctica sigue siendo inmensa. Su filosofía económica es la de los fuertes y sanos, que no necesitan plan porque lo llevan dentro y espontáneo.

Bonn es una ciudad casi pequeña, con aledaños residenciales. Planea la sombra de Beethoven y en los jardines de Bad Godesberg repleto de diplomáticos, cien representaciones, se querrían escuchar en el silencio vegetal las melodías inmortales. Especial gratitud he de expresar para el Embajador don José Sebastián de Erice, que en una recepción del agregado de Prensa, José María Moliner, y en su despacho nos oyó a los Pequeños Empresarios españoles, con el mismo celo con que días antes había acompañado al Ministro don José Solís, que con gran séquito había asistido al Congreso de Economías Regionales. Por el Embajador, el agregado comercial, García Murillo y el laboral, Luis Enrique Sorribes, supimos del esfuerzo a favor de los obreros españoles, unos 150.000 hoy. Hay veintidós oficinas pequeñas, en grandes ciudades y centros fabriles, que logran la total equiparación en seguros con los obreros alemanes. Y junto a estos hechos importantes, el corresponsal de "Marca" en Colonia, Carlos Bribián me hablaba, con sus raíces altoaragonesas, del fútbol de Jaca y del defensa Covarrubias.

Cierro esto con mi gratitud a quienes me envían y acompañan. En Madrid, el Presidente de las Pequeñas y Medianas Empresas, López Novo y el Secretario General, Hevia, con aprobación del Secretario General de la Organización, Arturo Espinosa. Y en este viaje, el empresario madrileño Miguel Gatell, de la Federación de Comercio y de Ganadería. Ambos hemos tenido la gran satisfacción de que nuestro informe del viaje lo haya presentado el Ministro Solís al Consejo de Ministros del viernes 23 de mayo, como ha recogido la Prensa. A los organizadores alemanes, señores Wild, senador, y doctor Wellmanns, nuestro mejor recuerdo y hondísimo reconocimiento por su acogida y continuos agasajos.

JUAN LACASA LACASA

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