"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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UNA GRAN FIESTA FRONTERIZA

29/10/1968

Los días 3 y 4 de Octubre hemos tenido ocasión de asistir a una extraordinaria solemnidad hispano francesa, en San Sebastián y Bayona, con las más altas representaciones diplomáticas de los dos países. Queremos dejar constancia en esta voz antigua, pequeña, pero muy significativa, de nuestro Pirineo Central español.

España y Francia, Galia e Iberia, tienen tras de sí larga milenaria Historia, que se decanta en su ser de hoy, en su hermandad latina, en su empalme pirenaico que, de geografía primitiva sin nombre, emerger geológico de cumbres separadoras, se ha hecho a fuerza de siglos, guerras, amistades y tratados escritos todo lo que es de unitivo, de broche europeo en el Suroeste mediterráneo-atlántico.

Hace un siglo, los Tratados de Límites de 1.856, 1.862 y 1.868, especialmente este último, firmado en Bayona de Francia, describían los detalles de la frontera física y la hacían política, minucioso extremo de soberanías que trascienden a cada materia común: pasos carreteros, ferroviarios o simplemente senderos de montaña, adscripción de aguas a dos vertientes, pastos y ganados, posiciones aduaneras, detalles militares también que, por fortuna, van perdiendo peso en una amistad que dura ciento cincuenta y más años sin guerras.

En 1949, a cuatro años del final de la Guerra Mundial II, la Comisión Internacional de Límites de los Pirineos puso en marcha grandes trabajos constatadores y reparadores de la totalidad de la frontera, del Cantábrico al Mediterráneo, de Hendaya a Portbou. Nos cupo la honra de presidir seriamente la Comisión Provincial oscense, que trabajó muchos años en concordia con los tres Departamentos de Bajos Pirineos, Altos Pirineos y Alto Garona, con capitales en Pau, Tarbes y Toulouse, anudando relaciones que han quedado por vida, trazando hilos amistosos, limando malentendidos, explicando lo nuestro y queriendo entender lo ajeno. El gran bache 1.936 - 39 de la Guerra Española, y el otro mucho mayor de 1.939 - 45 en la Mundial, que tantísimo afectó a Francia, representaban de hecho más de diez años de abandono de los pacíficos encuentros y trabajos que dejaban la línea casi deformada, al menos incierta, en algunos puntos. Colaboradores valiosísimos tuvimos. Por Obras Públicas, el Ingeniero Mariano Aísa. Por Hacienda, el tan bien recordado Abogado del Estado Martín Retortillo. Por la Guardia Civil de Fronteras, el entonces Capitán de la 223 Comandancia Fernando Bandrés. En el lado francés hallamos a los Prefectos Delaunay, Orliac, Pelletier y otros, alguno de los cuales alcanzan luego los más altos puestos de la política francesa, incluso el Ministerio del Interior con el General De Gaulle el Sr. Pelletier. Todo esto viví representando a los Gobernadores de Huesca Ruiz de la Serna y Gil Sastre, ambos muertos también y de excelente memoria.

Los actos recientes de San Sebastián y Bayona resumían, rememoraban, refrescaban gratísimamente todo esto, con ocasión de los cien años del Tratado básico y sucesivamente mejorado por múltiples acuerdos de detalle, signado en Bayona el 68 del XIX. Un poker de Embajadores encabezaba las representaciones, de cincuenta miembros por cada nación, total cien personas. El de España en París

Pedro Cortina, el de Francia en Madrid Barón de Boisesson, los Presidentes de las dos Comisiones Nacionales señores Burriel y Garnier, y el significativo diplomático zaragozano Sanz Briz, actual Embajador ante la Reina de Holanda y antiguo Cónsul español en Bayona. Junto a ellos, las primeras autoridades de Provincias y Departamentos. El Gobernador de Huesca D. Víctor Fragoso junto a los de Navarra y Guipúzcoa. El Alcalde de San Sebastián, José María Elósegui, esquiador en el Ejército de Aragón en la guerra, hoy vinculado a Candanchú, junto al de Biarrítz, el viejo conocido Guy Petit, exministro francés. Entre los técnicos, el Ingeniero Jefe de Obras Públicas de Guipúzcoa Renato Petit, gloria del fútbol español de hace más de cuarenta años y autor brillante del Pantano de Yesa. Y otro montón de nombres vinculados a lo fronterizo. Citemos por Francia al alma de estas empresas, el Profesor de la Universidad de Toulouse y Jefe del Gabinete de aquella Perfectura señor Juan Sermet.

El Embajador español D. Germán Burriel, Secretario General del Ministerio de Asuntos Exteriores y Presidente de la Comisión Española, pronunció en Bayona un espléndido discurso la mañana del 4 de Octubre, esmaltado de citas de Ortega, de evocaciones históricas: Luis XIV y María Teresa de Austria, Napoleón III con Eugenia de Montijo e Isabel II, y desde allí hasta Castiella y Couve de Murville. El texto impreso y bilingüe que se repartió es un documento de primera magnitud para un archivo pirenaico. Trazó allí el Embajador Presidente un estupendo concepto de frontera unitiva y creadora, un foco de amistad y no de conflicto, una vida en común, un explicar de corrientes internas de la Historia y de los sentimientos predeterminados para la convivencia, en palabras de Spengler. El Pirineo, dijo muy bien, es la frontera menos frontera de Europa.

Quienes llevamos en las venas, por vivencia semisecular de estos temas, la amistad hispano-francesa, la proyección española hacia Europa por este istmo y estos pasos, vivimos, sinceramente, dos jornadas cargadas de emociones, de remembranzas y de recuerdos, enlazando generaciones, nombres, hazañas, trabajos simbólicos o fecundos, llámense Tren del Canfranc que languidece o carreteras desbordadas y en multiplicación. Comprendíamos mejor que nadie desde aquella atalaya la satisfacción, el legítimo orgullo, el cúmulo de esperanzas, que valles como el de Bielsa, partidos como el de Boltaña, en nuestro mismo pobre Pirineo, pueden concebir estas fechas de apertura del primer túnel carretero en tierra oscense bajo la frontera.

Sede de esas jornadas la tierra vasca de ambos lados, huelga decir que la hospitalidad, la gastronomía, la cordialidad amistosísima, se desbordó y fue espléndida en los agasajos de los Ayuntamientos de San Sebastián y Bayona y en los almuerzos en la Abadía de San Telmo y en la gran finca Larratia de las cercanías de Bayona.

He querido dar al lector de EL PIRINEO ARAGONÉS un resumen de lo que han sido dos días que han tenido un eco normal en la Prensa diaria pero que para nosotros explican por completo este vivir actual de turismo europeo que nos penetra, estas corrientes que ahora damos por salvadoras pero que han tenido, aun sin guerras épocas de dificultad y turbación. Dios querrá que dos pueblos cristianos del Suroeste europeo, en un mundo de cohetes astrales y de bombas estremecedoras, conserven esta frontera como símbolo de amistad y de paz.

JUAN LACASA LACASA

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