"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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LA ATRACCION DE LA NIEVE

02/04/1968

La montaña nevada nos aparece hoy como un polo de atracción de jóvenes masas, cuyo movimiento está dictado por el volumen de ellas mismas y por el cuadrado de sus distancias. Al monte altivo y solitario, visto desde lejanías, acogedor de pastores misántropos o de viajeros raros, llegan hoy multitudes invernales descubridoras de un producto de esta civilización dinámica y eficaz, el “week end” frente a la Naturaleza.

Ahí está el Sumo Puerto, la vía medieval de peregrinaje, el Campo de Anjou de la etimología de Ricardo del Arco, invadido el domingo con flecos de sábados y lunes por gentes llegadas sobre ruedas de goma que ganan el asfalto silencioso. Hay un masivo y gozoso mezclarse, un cruce de regiones y procedencias, de acentos, atuendos, canciones y expresión. Candanchú y Formigal hoy, Cerler o Panticosa mañana, son montes de Aragón, que convocan en sus laderas a su región y a los grandes vecinos poderosos, a los de tierras vascas, navarras o riojanas, y aun a catalanes que desbordan su propio Pirineo porque les sobra matrícula de autos y billetes verdes que alargan su radio de expansión a cuatrocientos kilómetros de sus bases.

El fenómeno es ése y no somos sus autores, pues es un hecho social de circunstancias muy entrecruzadas, en definitiva fruto del nivel de vida y de un asomarse un poco ya, desde la modestia española, a la civilización del ocio. O acaso a lo que en términos muy vulgares, que usó por una vez, señaló el filósofo Ortega: la cuestión es no parar. Pero nosotros somos los receptores con una doble obligación, la de atender con hospitalidad aragonesa a los que vienen y obtener para nuestra flácida economía un honesto margen reactivador. Veamos un poco más cerca la cuestión.

Priva en este último tiempo la obsesión demográfica, el hablar de población. Hemos dicho hace poco, al hablar de Jacetania, de Huesca, de Aragón, algo muy grave y para meditar cada día. En el decenio 1950-1960, el País Vasconavarro y riojano, el catalán, quienes nos limitan al Oeste y al Este, crecieron en un millón de personas, pasando de cinco millones hasta seis. Y Aragón mientras se mantuvo estancado en su poco más de uno absoluto. Nos ha nacido a los flancos otro Aragón y nosotros no hemos sabido crecer.

Esta abundancia de gente en los costados, con renta más alta que la nuestra, renta consuntiva que rueda desde sus bolsillos, es la que explica los llenos domingueros de la nieve.

Y frente a las nobles exigencias que crea, se plantean problemas financieros parejos a los de cualquier industria más o menos utillada. Necesitamos dinero para atender ese río humano, y ese mismo río lo está dando y puede dar más. Tenemos que subirlos sentados al Tobazo o a La Raca, o a tantas cimas vírgenes que esperan entre hielos milenarios para que puedan bajar saboreando el elixir de la velocidad, entre las banderas que enmarcan su hábil zigzagueo.

La solución parece clara, pero exige esfuerzo, constancia y unidad. Esos mismos turistas que nos honran viniendo, acaso quince o veinte veces cada invierno, desde Pamplona, San Sebastián, Vitoria y Bilbao, desde luego también de Zaragoza, traen en sus carteras, más abultadas en muchos de ellos que sus monederos pagadores de telesilla y coca-cola, billetes grandes que deben ser motores de nuestra utillación. Se dice estas semanas que más del noventa por cien de los comprometidos y en parte ya pagadores de nuevos apartamentos en Candanchú son gente vasca. Allí, en ese campo económicosocial poderoso está potencialmente el dinero que podemos usar, hacer trabajar y rentar. Por el llano camino del Oeste, por el que llegan los vascones mezclados a nosotros en remotos orígenes, por el suave sendero del río que en el Medioevo nos unió, por el Aragón desde Yesa que viene por la Canal de Berdún, deben venir los medios que nos ayuden. Hay que coordinar con esos amigos, llamarlos a aportar, a invertir y a dirigir mezclados con nosotros y nuestros medios menores.

Hay un mucho de geopolítica y de geoeconomía, no importa ponerse pedantes, en el hecho de la nieve del domingo. Como en una virgen cuartilla, los movimientos de la nueva juventud española, que quiere elevarse, entre aceleraciones y frenazos, trazan sus curvas sobre estos montes nuestros. Y al observarlos casi emociona comprobar que patentizan un enorme logro de unidad entre las tierras y los hombres, en la frase gastada y sin embargo permanente.

En la pobreza altoaragonesa, carentes de industrias que ellos tienen, los que vienen cada semana son el gran premio de nuestra Montaña, nuestra novia legendaria de la que ahora todos se enamoran. Y esa novia virginal y atractiva, ese Pirineo con blancos inmensos, cubridores de verdores de veranos, será la madre de un Alto Aragón dinamizado, amasador de todas las gentes de las que resultamos centro y polo. Seamos dignos de la tarea, pongamos en ella nuestras manos gozosas y activas.

JUAN LACASA LACASA

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