"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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LO QUE SE VE EN EUROPA

20/06/1966

Casi es decimonónico viajar en tren, en este tiempo de aviones o con el simple automóvil dominador del paisaje. Hay en nosotros una constancia atávica y de gratitud a las generaciones que hicieron la perforación del Somport, símbolo del europeísmo aragonés. Es real que a veinte kilómetros de Jaca tenemos la electrificada red y tras la lenta etapa hasta Pau hallamos los expresados con vagones directos para París, Ginebra o Roma. Para un jaqués, los andenes de la capital del Bearn son ya la acera de una Europa al alcance de la mano, con la puntual ayuda de la SNCF.

Siete horas de Pau a París o tres de París a Bruselas, y aún menos en los Transeuropa Expresos, con medias superiores a cien, nos hacen familiares las rutas hasta las capitales en que se fragua el porvenir europeo, al que vamos arrastrados entre el chocar del largo acontecer histórico y las centrípetas y urgentes realidades económicas y sociales.

Es seductor para el que gusta meditar sobre las transformaciones del mundo circundante el asomarse a esas mesas con hombres con preocupaciones como las nuestras, que exponen su quehacer, la incertidumbre de su porvenir, su afán de superarse. Eso hemos contemplado la última semana de mayo en las acogedoras salas del gobierno de la Provincia de Brabante, en la capital belga, en viaje español a la reunión de la Unión Internacional del Artesanado y las Pequeñas y Medianas Empresas, como hemos dicho al Noticiero de Zaragoza y ampliamos para los lectores de EL PIRINEO ARAGONÉS.

La sensación de los pequeños empresarios hoy es la de hallarse situados, por tradición familiar, dedicación profesional y gusto personal, en un estrato medio al que aprisionan dos fuerzas enormes, dinámicas, poderosas. Arriba, la gran empresa de los trusts y las marcas mundiales, agrupaciones de capital y de mercado de la era del consumo en masa, algunos ya como símbolos impersonales de la busca de cientos de millones de compradores. Es fácil citar apellidos que pesan más en el mundo de hoy que los emperadores de no remota edad. La presión de abajo tiene de otra fuerza también enorme, la del proletariado que desea dejar de serlo por elevación de vida muy justa y cristiana, y al que se aúpa y se ayuda por las internacionales obreras, con una solidaridad al menos europea, expresada por ejemplo en la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra.

Frente a las evidencias ¿le queda el papel a la Pequeña y Mediana Empresa, apoyada en la familia o en unas decenas de asalariados fieles, con capitales sólo propios o con ayudas financieras regateadas frente a la movilidad y el dinamismo del otro capital con muchas menos raíces, el de las bolsas y las emisiones, de los títulos al portador, billetes de alza y baja en el juego de la gran ruleta económica?

La respuesta se busca ante todo en la realidad subsistente, decenio tras decenio e incluso secularmente de muy alta proporción de empresas pequeñas y medias, muchas veces del noventa por ciento y ocupando más del sesenta del personal. Y, además, justificando junto a las grandes una misión que no se extingue, completando con la subcontratación la tarea de los fuertes o atendiendo en comercio y servicios necesidades de lugares y momentos que la empresa enorme no se molesta en llenar.

Pensemos como meros ejemplos en muchos matices del transporte, en el comercio rural, en la hostelería que es típica familiar y personal, en las reparaciones y trabajos algo más que artesanos que se abandonan por muchos y justifican alta retribución para quien los haga eficazmente.

Una de las imágenes más claras es la de decir que en un cajón lleno de bolas de diferente diámetro se logrará más densidad si junto a las grandes se llena los forzosos huecos con otras decrecientes, hasta espesar el vacío hacia lo absoluto. En los entresijos de lo económico conviven grandes y pequeños como en la naturaleza el león y la hormiga. La General Motors americana trata con 25.000 empresas menores que le hacen suministros diversos y rentables.

El pequeño empresario sabe, sin embargo, que nada rutinario tiene derecho a conservar, ni ningún privilegio puede pedir al Estado ni siquiera en nombre de su mayor ventaja humana y aun espiritual o su sentido tradicional y equilibrado. Pero también desea que los Estados no le discriminen con especiales cargas tributarias que resultan de dar ventajas a otros por simple novedad o por excesos planificadores. Cuestión concretísima es así el debido tratamiento fiscal de los trabajadores independientes o no asalariados.

Seguiríamos largamente considerando a las pequeñas empresas. Pero permítasenos encomendar a quien quiera saber más a nuestro III Curso de Formación Empresarial que celebraremos en la Residencia Universitaria de Jaca del 3 al 8 de julio, con profesorado de Economistas madrileños de la Delegación Nacional de Sindicatos y dirigentes de Huesca, asistiendo alumnos de diversas provincias y un representante parisino de los organismos de estas materias.

Otro aspecto de nuestro viaje, visible hoy desde luego para todos pero que no hay que cansarse de subrayar, es la necesidad de formar las nuevas generaciones con el conocimiento sólido y profundo de los idiomas europeos, a la vez gramatical y práctico o de la calle. Situados en la frontera, nuestros Cursos de Verano, el Instituto y demás centros de enseñanza facilitan a cualquier joven jaqués el saber francés desde luego y entrar un poco o mucho, según vocación, en el inglés y el alemán. Sólo la pereza de los jóvenes o la falta de sentido de la época de los padres pueden explicar el abandono de esto. Casi en semanas, con serias largas horas de métodos audiovisuales, con técnicas fonéticas y aparatos al día, se puede lograr mucho más que hace lustros en cansinos cursos superficiales.

Finalmente digamos que todas estas naciones europeas con las que hemos tratado en sus representantes empresarios tienen problemas parejos a los nuestros y también zonas débiles o regresivas que quieren reaccionar y cambiar su rumbo. Basta citar el paralelo de nuestro Pirineo con las comarcas suizas, francesas, italianas o bávaras del arco alpino. Mucho de esto podrá decirse con ocasión del V Congreso Hispano-Francés de Estudios Pirenaicos, del 4 al 7 de septiembre en Jaca y después en Pamplona. Querríamos que cada uno aportase, desde la zona fronteriza en que vivimos y que cada vez se abre más, el sentido de su visión y su experiencia. Ojalá que al haber dado nosotros a estas columnas unas reflexiones de nuestro viaje no hayamos aburrido al paciente lector.

JUAN LACASA LACASA

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