"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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RELEVO OCTOGENARIO

13/10/1962

Hoy cambia algo decisivo en EL PIRINEO. En los viejos tipos de plomo que hablan al lector, hay una sacudida casi centenaria, agitando la inmensa solera que este tonel de rancio vino jacetano contiene fecundo. Don Francisco Quintilla deja de hacer el Semanario, tras miles de sábados de ilusión, de servicio incansable a la prensa, a España, a Jaca. Junto a su nombre aparece desde hoy un título que dice honor y respeto y, a la vez, presencia, magisterio, tradición. La dinastía Quintilla entrega la antorcha, pero no arría la bandera. Este apellido sigue en lo alto del mástil y manda, alegre desde arriba, la tarea de mañana.

El tiempo nos quema. Frente a él queremos afirmarnos. Algunos le vencen con una estela impersonal, más larga que ellos mismos, superadora de vida, salud, dedicación. Tal es el caso gozoso y melancólico de hoy. Este Semanario, es, maravillosa fortuna, algo que sigue hablando aunque su autor calle, deje quieta la pluma, reposado el pensamiento.

Manuel Machado dijo que “hasta que el pueblo las canta, las coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. Que al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana en eternidad”. Esto ocurre aquí. En un sillón, sobre cristales a la calle Mayor, Don Francisco oye, en el mediodía de clara luz jaquesa, los pasos del repartidor de EL PIRINEO. Piensa en la tarea cumplida, en su padre fundador de la estupenda serie de ochenta años, en su vida entregada a las Letras, a lo jaqués de cada día. Y se queda tranquilo. Si esto se hubiera roto, le dolerá como un hijo muerto, como el quiebro de lo más querido. EL PIRINEO no es de este o de aquel, es nada menos que de Jaca.

Es melancólico también que solo sea el tiempo quien me mande decir lo que pensamos los redactores de EL PIRINEO, en el que hemos quemado tanto de nuestro pasar y sentir jaqueses. Aquí seguiremos entregándolos, en el común hacer, mientras Dios lo permita. Por eso, al proclamar respeto y gratitud y desear largos años de descanso a don Francisco Quintilla, saludamos con gozo a Manuel González Chicot, con menos años pero no con menor carga de ilusión jacetana que nosotros, y sabemos que la nave que hoy toma emocionado será conducida, por Jaca y por España, a largas, limpias, fecundas singladuras.

JUAN LACASA LACASA

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