"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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MUERTO LEJANO Y PRÓXIMO. GONZALO QUINTILLA

07/12/1957

La Prensa es una voz colectiva que habla por y para todos, expresando, hoja a hoja, día tras día, el pensar y el querer de las comunidades. Quienes en ella se insertan, por vocación, por amor instintivo, van dejando su alma exteriorizada y pública, en un algo que deja de ser particular para alcanzar lo plural y conjunto, también al lector que se hace amigo.

Jaca tiene esa voz semanal, estas columnas de EL PIRINEO, bajo un nombre geográfico, que parece cobijarnos como las propias cimas inmediatas; y en ella hablan las plumas y las firmas se hacen alimento del constante lector. Es como una familia, comunicativa y cordial, en que todo debe comentarse y alumbrar un sentir superior.

Hoy, estas columnas vienen con luto. Y quienes a diario o con intermitencias decimos desde aquí algo a los jaqueses, notamos en las filas el doloroso hueco y pensamos que un trozo del semanario se ha ido para siempre. Gonzalo Quintilla ha muerto. Parece que quienes, como él, han visto la vida con optimismo y calor, deberían quedar fuera del dominio de la inflexible ley de la transitoriedad humana.

Gonzalo Quintilla era un jaqués que no dejó de serlo tras la tan larga prueba de decenios separadores. Siguió, juvenil, la llamada de lo español, que se acrisola en Madrid, y allí ha dejado, en su profesional despacho y en el aire de la calle, su vida y su pasar. Le atraía lo madrileño y sentía en castizo, con finura y sin retorcimiento, delicadamente, con un gusto de lo popular que se ennoblece si se capta en dosis de selección. Miles de cuartillas, año tras año, bajo aquel rótulo de “Madrileñas”, hicieron el camino hacia Jaca y dijeron, miles de sábados, lo que pasaba en la capital. Pero lo decían a través de un prisma jacetano, pensando en la pequeña ciudad que, verano a verano, había que volver a abrazar. Y desde allá, las fechas claves de Jaca se idealizaban en el recuerdo y el sentimiento. Un tema de Gonzalo, repetido y nuevo, era la evocación de la mañana de Santa Orosia, con el procesional desfile y las reliquias de la Patrona. Y otro, la primaveral jornada histórica de Mayo, y así tantas.

En aquellas líneas, que ahora cesan, pero que quedan allí tan certeras y tan bien dichas, el alma de Gonzalo Quintilla hizo, tantas veces, su pública confesión de jaqués hasta el tuétano.

Por eso la ciudad siente esa pena de pensarlo en la tierra de Madrid, en el suelo alto de la Meseta, sobre la que caerán las rosas del Retiro, bellas también y transitorias como las páginas del muerto, que queda allí, junto a los suyos, pero a la vez lejano de los suyos. Por eso, desde la distancia, queremos, en esta despedida, que sea una oración la que nos una a él, para su gloria permanente y para nuestro imborrable recuerdo.

JUAN LACASA LACASA

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