"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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LA UNIVERSIDAD EN JACA

10/07/1954

Mañana al mediodía, con la naturalidad, el automatismo y la facilidad de lo vivo, se abrirá el XXIV Curso de Verano de la Universidad de Zaragoza en Jaca. En el acto del Teatro hay algo de rito tradicional, de solemnidad sin aparato, de aire local jaqués, que se emociona con la reiterada visita del ilustre Claustro doctoral cesaraugustano.

La vieja voz, ida pero siempre presente, de D. Domingo Miral, parece haber quedado en la teatral concha de la escena y apuntar a los disertantes ideas, sentimientos y palabras, a la vez las mismas del Fundador, pero renovadas, al día y aun a la moda, como hijas de un saber en permanente crecimiento. Y en la residencia, el bronce de los recios trazos fisonómicos del Maestro, se animará otra vez, entre el fugaz verdor de su jardín, y recogerá ese correr de vida que en los pasillos, en las cátedras y en todo el ámbito de la casa extienden nuevas promociones de extranjeros que, por Miral, van sabiendo de esta cosa vieja, contradictoria y admirable, que es España.

Desde Jaca, acaso olvidamos fácilmente, como el hijo puede ignorar el esfuerzo del padre, todo el trabajo y la constancia que se ocultan tras esos programas anuales que en números romanos van sumando veranos y que alcanzan ya, superando conflictos, guerras de dentro y fuera, coyunturas adversas, la cifra alta, mayor de edad, fuerte y segura de años XXIV.

En el acto de mañana, los que sentimos en jaqués, los que vimos nacer la planta y aun abrir el surco y sentar la semilla, no tendremos que improvisar la emoción ni cubrir de palabras simplemente corteses una posible indiferencia. Porque entre todo lo que se alza en el recuerdo de la juventud que pasó, entre todo lo que espontáneo, cierto y permanente queda del ayer vario y azaroso, la figura, el alma, el aliento potentísimo, profético y seguro, de D. Domingo están en primer plano, en lo más inconmovible y entrañable.

Que Jaca rinda, pues, una vez más, gratitud, cooperación y asistencia cordiales a quienes, tras las huellas del cheso que tan nuestro se hizo, repiten su labor y acreditan sus esperanzas. Que el cartel de los Cursos de Verano no sea simple color vistoso y decorativo sobre nuestros muros, sino que sea bandera jacetana, de progreso y de aspiraciones, que año tras año se airea y triunfa y une nuestra Ciudad al alto mundo de la Universidad y de la Cultura.

JUAN LACASA LACASA

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