"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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IMPACIENCIA Y PAPELES

19/07/1952

El verano activa la Ciudad, con la vida tan exterior y al aire libre; con la presencia de visitantes fijos o transitorios, de una noche o de dos meses, juzgadores, benévolos unos, exigentes otros, de nuestras cosas todas.

Cada año, en este momento, resucita un afán de superarse, de querer altas metas, de buscar lo perfecto. Agua impecable y que suba a todos los pisos; muchísimo riego; limpieza intensa de las vías; mucho alumbrado; ataque urbanizador a las vías de los ensanches, algunas tan imprescindibles como el enlace con la Estación o la calle Universidad. En fin, hay que intentar lo posible y lo casi imposible.

Tras los fáciles programas de necesidades, que formulan los eufóricos, está la realidad económica implacable. El bolsillo de la Ciudad es tan real como el del último particular y no puede sacar lo que no tiene. El alza de los costes le afecta como a cualquiera. Un Presupuesto jacetano de hacia 1936, de unas 400.000 pesetas, debería alcanzar ahora, multiplicando por siete, hacia 2.800.000 pesetas; mucho más corto, tres millones. Y estamos sólo en poco más de uno y medio. Y ello se debe a que no hemos intentado multiplicar por siete, ni mucho menos, el promedio de los arbitrios clásicos que nos nutrían hasta la guerra española. Recibimos la enorme inyección del Consumo de Lujo desde 1946, y se ha dado el más alto ejemplo de civismo al soportar las tremendas, sin atenuantes, contribuciones especiales para el pavimento, pagadas muchas veces por propietarios de casas con alquileres prehistóricos.

En medio de estos tirones, no se ha renunciado a la obra nueva por los sucesivos Municipios, los gubernativos de 1936 a 1948 y los ya dos electivos de 1948 a 1951.

La tendencia al Empréstito y a un Plan General de Obras, coordinando nuestro modesto dinero con el del Estado, ha sido una lógica consecuencia de que a obras extraordinarias corresponden medios extraordinarios a devolver en plazos largos. Ha llevado mucho tiempo preparar planes técnicos, de coste nada vulgar, amasar con ellos un conjunto armónico y lograr la aprobación oficial del préstamo básico con el Banco de Crédito Local, suscrito en 22 de Marzo último.

Pero con ello solo tenemos la base; y la ejecución, previa subasta o trámite análogo, de cualquiera de las catorce obras del Plan, requiere gestiones de terrenos muchas veces; concesión de auxilios estatales casi todas; señalamiento de contribuciones especiales, como en el alumbrado; mucho papel, en fin. Mientras, es demasiado fácil impacientarse desde fuera y pensar que, tras el sueño de una noche de verano, la carretera de la Estación aparecerá recta y adoquinada, con rasante imperceptible, con aceras y cincuenta columnas de alumbrado, como esta “pintada” en los proyectos.

La impaciencia del público ha de darnos más celo que nunca en querer quemar las etapas; insistir; telefonear; hacer viajes a Huesca, Zaragoza o Madrid, removiendo expedientes, que también pueden veranear en el silencio de las oficinas con jornada teóricamente intensiva. Pero lo que no podemos es conmover, con las ínfimas fuerzas, de un Ayuntamiento poco más que rural, la inmensa máquina conjunta de las dependencias y los Ministerios.

Solo un arma tenemos: la constancia implacable, la sonrisa insistente reiterando las cosas, la victoria lograda cuando se coloca el último papel.

Con esas armas y un poco de dinero local, los dos y medio millones de Empréstito, un Alcubilla o Aranzadi, un doble decímetro para entender los planos a su medida, un fuerte recibo mensual de la Telefónica y una obsesión que dure las veinticuatro horas de día, el Plan será una realidad, y el que tenga paciencia contemplará, en dos o tres años, un Jaca completado en su casco con la luz que aún le falta en veintiséis calles; un Norte renovado y novísimo con el kilómetro perfecto e imbacheable a la Estación; el Ferial trasladado, dando lugar a nuevas manzanas de categoría y a una espléndida Avenida hasta Escuela de Montaña, y el Parque de la Cantera enlazando el final de Paseo con la zona activísima de la propia Escuela. El agua, con tuberías triplicadas y un salto elevador. El riego, con mejor Canal y otras zonas regadas. Los caminos, con un gran remozamiento de unas 200.000 pesetas, mitad metálicas municipales y las otras de aportación vecinal, en jornales, en caballerías, en gravas o análogo, de los propietarios. La Comandancia de la 223 de Fronteras, con sus viviendas de Jefes, Oficiales, Suboficiales, Guardias y oficinas diversas. Las viviendas obreras, viniendo probablemente a producir, al fin, si no la sobra, la disponibilidad de pisos en condiciones no agobiantes, con la muerte del subarriendo.

Así está el Empréstito y así están las obras municipales. El Ayuntamiento en pleno, la Alcaldía, los funcionarios todos, quieren desplegar un máximo esfuerzo. Pero no impacientarse. Acabar expedientes y subastar obras es más difícil que comentar.

JUAN LACASA LACASA

 

 

 

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