"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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LA FERIA DE SAN LUCAS

27/10/1951

El conjunto de circunstancias que, venturosamente permiten esperanzas de mejora definitiva en la producción española, parecieron acusarse también plenamente con ocasión de nuestra Feria, pues la concentración que ella ocasionó, en ganados de todas las especies, superó seguramente a cuantas hemos presenciado desde el establecimiento de nuestro magnífico Ferial, viéndose la extensa pradera repleta de ejemplares de caballar y mular, vacunos de vida y abasto, cerda y lanar y cabrío.

De haber tenido lugar en circunstancias totalmente normales, el movimiento de operaciones, sin limitaciones de ninguna clase, hubiera constituido un formidable ingreso para la economía ganadera de la Montaña, pues la demanda era evidente.

Pero hemos de ponernos en la realidad, y querríamos comentar sensatamente lo ocurrido. Para ello, nos parecen de perlas las recientes palabras del Excmo. Sr. Ministro de Agricultura D. Rafael Cavestany, ingeniero Agrónomo y labrador modelo, que ha dicho estos días en Valladolid que no levanta bandera intervencionista ni antiintervencionista. Lo que quiere es vivir en esa realidad que citábamos, y acopiar sus decisiones a ella, para que juegue la libre iniciativa de la propiedad privada, con máximo respeto a la libertad individual, siempre que no entre en colisión con el otro respeto de superior categoría: el respeto a los intereses de todos los consumidores españoles, que pudieran ser víctimas, sin trabas, de cualquier exceso egoísta.

Es evidente que regiones próximas, Cataluña por ejemplo, y aun Navarra, viven en esta coyuntura con un sistema de precios real y unas características industriales que “tiran” de nuestros artículos de modesta, pero básica, economía agraria y ganadera. El límite provincial ha de defender muchas veces a los propios consumidores altoaragoneses. Aun dentro de la provincia, la característica fronteriza de nuestros valles añade nuevos motivos de vigilancia, con el marcado de zonas fiscales y demás. Pero todo ello, unido encima a las medidas sanitarias, ocasiona un formidable "papeleo", que no va con las sencillas costumbres de nuestros labradores, carentes ellos mismos de oficinas y de fáciles comunicaciones que les permitan cumplirlas, aun en muchos casos de máxima buena fe.

Por eso, creemos en conciencia cumplir con un deber de Autoridad local y de modesto representante de los Municipios oscenses, al suplicar con el máximo respeto a todas las Autoridades provinciales y nacionales un amplio margen de elasticidad al aplicar todo ello. Cuanto más rigurosa deba ser la intervención, más ortopédica y paralizante puede resultar, y el disgusto y el freno real que para las actividades ganaderas represente pudieran venir a la larga, y aun a la corta, en evidente perjuicio de la propia producción, y por ende, de los intereses nacionales que se quiere defender.

Hemos de agradecer públicamente las facilidades iniciales recibidas, que permitieron la concentración. Pero entre todos hay que buscar para ocasiones próximas, análogas medidas ágiles para toda clase de operaciones lícitas. A ello deben cooperar también los organismos locales de nuestros pueblos, para movilizar colectivamente los ganados, divulgar las Disposiciones tributarias o del Servicio de Carnes, y demás. Solo deseamos coordinar los esfuerzos de todos. No hemos de entrar en apreciaciones de rigor con que proceda cada funcionario, pues ello depende del legítimo concepto que tenga formado de su misión, pero forzosamente hemos de hacernos eco de las quejas populares, compatibles en todo caso con el máximo respeto a las Leyes.

Legos en la materia estrictamente ganadera, recogemos de nuestro buen amigo Clemente Serrano algunas notas características del mercado que se desarrolló. Se vendieron cientos de lechales y potros, a precios muy elevados, de diez mil a doce mil pesetas, quitándoselos materialmente de las manos. En cerda, se vieron ejemplares de seis y ocho meses en gran cantidad, pero predominaba el lechón que se vendió, por muy acreditado, y se transporta a tierra baja, donde da gran resultado. La pradera se llenó con cientos de ejemplares de vacuno, lanar y cabrío, que quería venderse por la escasa cosecha de plantas forrajeras y mala perspectiva de alimentación para el invierno.

En la difícil coyuntura de las Autoridades, buscando el equilibrio entre productor y consumidor, cerramos estas líneas reiterando esas peticiones de facilidades cada vez más amplias que creemos compatibles con la vigilancia de cualquier irregularidad.

JUAN LACASA LACASA

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