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"Los afanes de una vida"
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LA UNIVERSIDAD EN SU FECHA DE PLATA15/07/1950 |
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Mañana comenzamos otro curso. El hilo del tiempo ensartó los años, a través de calmas o de guerras, de paz y optimismo o de tragedia civil y universal, pero allí están dos cifras: 1926-1950, que son ya veinticinco veranos de hablar y hacer con la Universidad. En aquel ya remoto “verano de la Dictadura”, decía Miral entre las vetustas tablas del esfumado “Variedades”, que haría Universidad para extranjeros y se las prometía felices entre la incredulidad de bastantes. Pero siguió clamando, y poniendo después de las voces las piedras fundacionales, se alzó el edificio, gris de piedra y blanco impoluto de la cal; creció la fronda del jardín; ondularon las aguas rectangulares de la piscina, y allí está, lustro tras lustro, la labor soñada por el recio e integérrimo cheso, que desde el bronce central, que copia bien su ceño, preside el devenir de los Cursos, el abrir y cerrar de la puerta de la Residencia. Comienza el Curso XX, que no es mala cifra tampoco, Cinco se perdieron, uno solo en hablar, el propio 1926, y cuatro en la contienda española. Ni siquiera la violencia de la otra lucha, la europea y mundial, extinguió o hizo perderse la labor de cada estío. Hoy se habla mucho de Europa, y hay en todas partes una mezcla de aprensión y de miedo, de querer ver las cosas como están, en su tremendo planteamiento, o de querer ignorarlas. Otra vez los franceses e ingleses, los otros europeos y ciertos americanos vendrán a Jaca a vivir y a estudiar, a sentir lo español, muy probablemente con prejuicios. Y aquí está Jaca otra vez también, como las diecinueve anteriores, para ser el marco alegre y cordial de la Residencia y sentirse la muestra de lo español frente a la mirada inquisitiva del extranjero. La ciudad saluda a los visitantes: al magnífico Rector, a sus colaboradores todos, con la naturalidad respetuosa al tenerlos tan nuestros. A las autoridades de Huesca y Zaragoza, que mañana asistirán a la clásica apertura, con satisfacción al verles aquí en día tan jacetano. Y a los extranjeros, con el deseo de que vean con limpios ojos el trabajo y la unidad españolas. JUAN LACASA LACASA |