"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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NOBLEZA BATURRA

07/11/1948

La gente lo que quiere es que pase algo. Mucho hablar de escasez, de la vida que sube de “como están los tiempos”, pero lo que queremos es soltarnos el pelo, circular, enrolarse en la euforia y sonreír con las masas.

Unos hombres beneméritos, amigos y paisanos, los directivos de la “Unión Deportiva de Huesca”, lograron el domingo un triunfo colosal de organizadores de alegría colectiva. Esto del fútbol sigue siendo la panacea de las multitudes. Ahora, un invierno sin Liga sería peor que sin estufa, porque hay que ver el calor que se pone en las tertulias y apuestas, en puntos y fichajes. Y como se complica la honrilla local con los colores y hasta con los Santos. El domingo, en Huesca, había optimistas que jaleaban, entre voces roncas de ¡penalty! o “sacamos nosotros”, a San Lorenzo y a la Virgen del Pilar, que se encontraban insospechados devotos. Entre bromas y veras, yo creo que en el cielo habría benévolas sonrisas, y hasta pienso que el empate fue una sabia resolución de la Providencia.

No hay palabras para elogiar, absolutamente en serio, a quienes, con total desprendimiento, logran el espectáculo de 8.000 personas de dos provincias hermanas, capaces de madrugar, tragar kilómetros, comer impacientes y embalarse en el jaleo general de las gradas, a sufrir hora y media de pasión, consistente en ver si la bolita pasará entre los palos.

Yo he de confesar, orgullosamente, que sentí muy íntima satisfacción aragonesa y oscense al vivir esa jornada. No creí que el honor de nuestras familias ni el nombre de la provincia pudiera empañarse por balonazo más o menos, pero sí afirmo que nada, en la vida corriente, sea capaz de suscitar este entusiasmo colectivo que el fútbol moviliza.

Todo estaba perfecto y en su punto. La moral del “seguidor” zaragocista le obligaba a ese aire jaranero y conquistador que llevaban sus gritos, ese inocente complejo que algunos creen sensacional, de ir a descubrir Huesca desde Salduba, cuando todos estábamos descubiertos desde antes de los romanos. Y el oscense, de la capital o de los burgos, podía sonreír también y lanzar el “no nos achantan con ese equipo del millón”. Así fue la jornada. Nervio, coraje y voluntad en los azul-grana, que se adelantaron en el marcador y tuvo en jaque permanente a los añorantes de la Primera División; y calma elegante, dominio y espectáculo de fútbol selecto en el resucitado Zaragoza.

La alegría fue por barrios. Y al final fue la paz. Ganaron los dos y los dos fueron los mejores. Desde aquí, nosotros, jaqueses, levantamos también nuestro “Aupa el Huesca” y “Viva el Zaragoza”. Es hermoso, cuando ha habido guerras de millones de muertos y otros hablan de la de mañana, volver a casa en una patria, en que el domingo por la noche puedes decir: “vengo de saludar a 8.000 amigos”.

JUAN LACASA LACASA

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