"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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EL PAN DE CADA DÍA

21/02/1948

En ocasiones, cuando la euforia de las obras y mejoras nos invade, escuchamos la queja, de buena fe casi siempre pero insidiosa a veces, de que no hay que abandonar lo próximo por soñar con lo remoto, y de que sería más útil el pan de hoy que las piedras de mañana.

Y aunque el tema Abastos es asunto en que todo el mundo cree tener razón y difícil es convencer cuando algo escasea, y de tal penuria nació el racionamiento, vale la pena un leve comentario y que los que llevamos la pesada carga de la queja colectiva opinemos también.

Concretando, creemos es un hecho a reconocer friamente la mejora de los racionamientos en los últimos meses, con la regularización del aceite y la prodigalidad de arroz y legumbres, alcanzándose la meta de kilo mensual en las zonas urbanas, lo cual se ha reflejado, insuperable barómetro, en la baja del precio clandestino de las judías. Anotemos, en el lado optimista, la abundancia de patatas en la cosecha última y la baja del cerdo, y se habrá completado la argumentación.

En el lado negativo, pongamos sinceramente la escasez del pan a lo largo del año, por la pésima cosecha de cereales, aliviada solo al avanzar estos meses por las mejores perspectivas de la próxima . Y, también, el fuerte precio de la carne que, si abundante para los pudientes es de difícil acceso para los modestos, resultando de complicadísima intervención, a pesar de lo cual parece seguro la practicará el Gobierno una vez más.

Parece fácil ponerse de acuerdo en resúmenes como éste, pero las gentes, muchas veces, gustan de complicar las cosas y de inventar causas misteriosas para los fenómenos de la escasez, siendo curioso que los más atrevidos comentaristas y críticos, demoledores de famas y honras ajenas, rumoristas impenitentes, proceden de las capas más favorecidas por las complejas circunstancias que pasamos. El “estamos peor que nunca” suele pronunciarlo, generalmente, el que no ha estado nunca como ahora. Respetable será la pena y hasta la ira del obrero con poco pan para los hijos, cuando nadie le podamos atender, pero indignante y sancionable resulta la mordacidad, la crítica por sistema y hasta la calumnia de los que, al amparo de la escasez, han hecho su negocio y su improvisado patrimonio con la ocultación y los precios de escándalo “para los amigos”.

Partidarios somos, y reiteradamente lo hemos dicho, de la sincera exposición de opiniones, de la queja fundada y sensata, base para corregir deficiencias inevitables. Pero de ello a mentir inexistentes irregularidades, faltas que no hay y supuestos negocios ajenos para ocultar los propios, hay la misma distancia que de la verdad al error y la justicia al delito.

JUAN LACASA LACASA

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