"El Pirineo Aragonés”, 23 de enero de 2004

TOMÁS BUESA OLIVER

Juan Lacasa, hombre cabal

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Son muchos los elogios que pueden aplicarse a Juan Lacasa Lacasa. Empleo “cabal” con sus significados de excelente, completo, puro, íntegro, justo, intachable... Todas estas calificaciones, por su innata modestia, las hubiera rechazado sin dudar. Pero no así “creo” los que lo conocieron.

Me honro con su generosa amistad, hasta el punto que en 1967, me dedicó el poema “Monte de Santa Orosia”, recogido en su libro de versos “Canción pirenaica”. Acaso recordaría mi artículo “¡Danzante!, que figura en el programa de las fiestas de 1965. Siguiendo mi costumbre, habiendo terminado mi veraneo en Jaca, fui a su casa para despedirme, sin sospechar que iba a ser el último adiós, ya que poco más de dos meses después fallecía en Madrid el día 8 de enero, sin molestar a nadie: su corazón dejó de latir mientras dormía.

Los medios de comunicación radio, televisión, prensa informaron de tan inesperada y triste noticia, destacando “El Pirineo Aragonés” tan querido para Juan Lacasa con amplia información artículos necrológicos.

Recuérdese que al fallecer don Paco Quintilla, director y propietario de nuestro semanario, peligró su existencia o continuidad. Ni corto ni perezoso, sabedor Juan Lacasa de la afición periodística de Manolo González, lo animó para que se encargara de su dirección y propiedad, salvándose así el decano de la prensa aragonesa. Juan Lacasa fue con sus artículos un colaborador constante e incluso resumió en más de quinientos folios mecanografiados a un solo espacio lo más destacado de los ejemplares de los primeros cien años de vida del periódico (1882-1992), que refleja, semana tras semana, la vida de la Jacetania.

Se ha destacado cómo se interesó en su juventud por el montañismo y por el deporte de la nieve. Con sus esquís fue con su amigo Luís Gómez Laguna en este deporte un adelantado o pionero, muy pronto seguido, o bien coincidiendo con otros jacetanos, como Manolo Izuel Juan, Joaquín A. Pétriz, Francisco Mengual Mur, José María y Pascual Borau Cebrián, Fernando Sarto o Antonio Morer Pérez. Entusiasta del ciclismo, se desplazaba por las calles de Jaca (no había dirección única) en bicicleta. En algún momento fue presidente del Club de Fútbol Jacetano y del Casino Unión Jaquesa, sin que desdeñase los bailes sociales que celebraba el Casino Principal.

Rápido en su andar, reconocía su impetuosidad como él mismo señalaba en la dedicatoria a su esposa Pilar Díaz Leante en su libro de poemas “A Pilar, que templa mi inquietud”. Creo que esta vivacidad andariega la había heredado de su padre don Juan Lacasa  Sánchez-Cruzat, igual que su cariño y desvelos por el ferrocarril de Canfranc y relaciones con nuestros vecinos bearneses. Proverbiales son su amor a San Juan de la Peña y a la Universidad de Verano, cuyos cursos debían ser –decía- fundamentalmente para extranjeros, como los fundó Miral, y no pretender que, compitan con los ofrecidos a nacionales en El Escorial y Santander. Dedicó una monografía a los Cursos de Jaca, con abundantes datos de cincuenta años comprendidos entre 1927 y 1988. Fervoroso entusiasta del Primer Viernes de Mayo, nuestra gran fiesta local, le dedicó el libro “El Viernes jubiloso”, cuyo prólogo escribí por petición suya.

Se han destacado muchas facetas de Juan Lacasa, como su gran labor al frente de la alcaldía de Jaca, o en la política provincial, regional y nacional. Políglota, defendió en varios momentos con decoro intereses españoles en reuniones internacionales, como los de la pequeña y mediana empresa.

Su jacetanismo, era de altos vuelos. Con la amplia visión que pueda tener un águila pirenaica que desde el cielo columbra y analiza una vastísima superficie o todo lo que puede verse desde un satélite artificial. Por eso nunca podía identificarse con quien poco puede atisbar desde el campanario de su pueblo, porque su vuelo no es vuelo, sino revoloteo alicaído y terruñero, es decir, gallináceo. Sentir a Jaca en Aragón, con su piedra angular (mejor, roca) de San Juan de la Peña; Aragón en España y España en Europa. Muy jacetano y muy aragonés, y por lo tanto muy español hasta el “cogüelmo” del alma, según expresión unamuniana.

Juan Lacasa pudo conocer, afortunadamente, que era muy querido por sus paisanos, quienes lo consideraban “profeta en su tierra” al ofrecerle con el mismo afecto el reconocimiento a sus desvelos. Permítaseme que relate dos actos de tales manifestaciones amistosas. Le había otorgado Aragón en noviembre de 1974 el premio “El Batallador”. Un reducido grupo de matrimonios jacetanos que residían en Zaragoza solían reunirse en las que llamaban “cenas jaquesas”, en la que presidía el buen humor, así hasta 1975 en que tuvieron que suspenderlas por la inseguridad nocturna ciudadana. Los joviales comensales jacetanos decidieron darle una cena o banquete por aquel galardón.

Juan Lacasa. Retrato de Jesús Dumall

Se nombró una comisión de la que participé junto a los médicos Juan José puente Sanz y José María Mengual Mur, el químico José Barrós del Hoyo, el restaurador hostelero y agente turístico Álvaro Luz Mur, y tal vez algunos más que este cronista no recuerda, pues casi han pasado treinta años. La ayuda que nos prestó Luís Gómez Laguna, ex alcalde zaragozano y gran amigo de Juan Lacasa, fue notoria. Al fin, el viernes 20 de diciembre le ofrecimos la cena-homenaje en el hotel Oriente al que considerábamos nuestro “hermano mayor”, en la que hubo unos cien comensales.

En la presidencia estaban Gómez Laguna, el alcalde Mariano Horno Liria y en representación de la diputación de Zaragoza Pedro Cabezas. Como recuerdo se le entregó a Juan Lacasa una placa conmemorativa y un álbum de firmas, y a su esposa un ramo de anturios. El final fue apoteósico: el Orfeón estaba actuando en Zaragoza y sus componentes se sumaron al acto entrando en el comedor a los postres, y allí nos deleitaron con algunas de sus mejores composiciones.

Casi veinte años después, otro grupo de jaqueses quiso agasajar a Juan con otro homenaje, el cual se celebró el sábado 29 de mayo de 1993, gracias al interés del director de “El Pirineo Aragonés” Manolo González Chicot, los bancarios Jesús Dumall Badía y Miguel Medrano Malo, directora del Instituto de Bachillerato Domingo Miral, catedrática María Luisa Bailo Aznar, entre otros. Jesús Dumall mostró su eficiencia al conseguir que el homenaje comenzara a las seis de la tarde en nuestro emblemático San Juan de la Peña, en su monasterio románico con misa celebrada por el prelado de la diócesis de Jaca y el concurso de los monjes benedictinos de Leire. Después, ya en Jaca, a las ocho, en el Palacio de Congresos se efectuó el ofrecimiento del homenaje, presidido por el alcalde Armando Abadía Urieta, y entrega de un artístico pergamino, obra de las buenas artes de Jesús Dumall. Terminó con una cena en el Aparthotel Oroel, con gran asistencia de comensales, entre los que se encontraba Gómez Laguna y el director de los centros que Juan Lacasa había impulsado su creación: Escuela de Estudios Pirenaicos (hoy Instituto Pirenaico de Ecología), Escuela Militar de Montaña, Instituto de Bachillerato Domingo Miral. Historiador de la Universidad de Verano, pudo abrazar a los sueldos jaqueses Narciso Murillo Ferrol (rector de la Universidad), Serafín Agud Querol (director de los Cursos) y al profesor Gaudiano Jiménez Resano. Bastantes años más tarde, como tributo a su intensa labor, Radio Nacional de España, en el programa Club de la Vida, emitió una larga entrevista muy amena.

Como ofrenda póstuma el Ayuntamiento, sensible con el pesar de los ciudadanos, declaró luto oficial el día del entierro. Sobre el ataúd se colocó la bandera de Jaca y el bastón de alcalde, símbolo que durante dieciocho años llevó con gran acierto un hombre cabal y tolerante.

Creo que su familia y los jaqueses verían con agrado que para conocimiento y ejemplo de futuras generaciones se perpetuara su recuerdo.

TOMÁS BUESA OLIVER

 

 

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