BOLETÍN  del ATENEO DE ZARAGOZA

F. SOLSONA

Juan Lacasa (1.910 - 2.004)

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El 8 de enero, falleció en Madrid, a los 93 años, Juan Lacasa, abogado, economista, empresario, comerciante de altura, viajero cosmopolita y europeísta (uno de los primeros), políglota, político, en el más hondo sentido etimológico de delicado amor a su ciudad, Jaca (en la que nació el 5 de junio de 1910), de la que fue su alcalde, uno de los mejores de su historia. 

Varios han sido los artículos publicados en sus honor en enero en la prensa regional y nacional (de Tomás Buesa Oliver, Javier Callizo, Javier Ortega, Miguel Medrano, Teresa Abadía, Teresa Castán, Carmen Bandrés), emotivos todos  coincidentes a la hora de señalar la trascendencia de la obra de Juan Lacasa y la razón central que en su vida tuvo su condición de alcalde de 1943 a 1961. A él se debe el desarrollo urbanístico, armonioso, de Jaca, de sus avenidas y paseos, de la Escuela Militar de Montaña, cuya ubicación supo impulsar, del Instituto de Estudios Pirenaicos, la construcción del Gran Hotel (lustros más tarde, penosamente recortado), del Ensanche, del Paseo de la Cantera. Prestó su apoyo decidido a los Cursos de Verano de Jaca, la gran obra de Miral, que permitió la apertura de Jaca a Europa. 

Trabajó incansablemente por Jaca, pero también por San Juan de la Peña (fundando su Hermandad, en 1950), por el camino de Santiago, por el ferrocarril de Canfranc (asistió, a los 18 años, a su inauguración), luchando incansablemente, desde 1970, por su reapertura, elaborando informes, participando en diversos foros; del ferrocarril de Canfranc lo sabía todo, pues lo vivió todo. 

Sobresaliente articulista, fue autor de muchos libros sobre Jaca, Huesca y el Pirineo, entre otros, La energía del Pirineo aragonés, Visiones de un fronterizo, Los municipios de Huesca, Jaca cuna de Aragón, Jaca puerta del Pirineo, Crónica de San Juan de la Peña, Laborar y sentir, Cincuenta cursos de verano en Jaca (1927-1988),

Canción Pirenaica, El Viernes Jubiloso (con prólogo del Profesor Buesa). Queda inédita su labor de síntesis de “El Pirineo Aragonés, reuniendo lo publicado entre 1882 y 1982. también hay que mencionar su obra poética, bien recordada estos días.

Inteligente, muy culto (humanista aficionado a los números), como señalaba Teresa Abadía), fue hombre inquieto, abierto, interesado por todas las actividades que tuvieran que ver con su ciudad y tierra jaquesa, de visión amplia (“águila pirenaica” le llamó Buesa), tolerante, liberal en el sentido que Marañón gustaba proclamar, generoso, afable, sencillo, discreto (podía haber servido como modelo para Gracián), íntegro, de honradez proverbial, querido y admirado por todas las clases sociales en Aragón, sobre todo en el Ateneo de Zaragoza, del que era socio y amigo desde hacía varias décadas.

 Su trayectoria limpia, clara, generosa, mereció toda suerte de reconocimientos en vida, entre ellos el Premio Batallador 1974 y su elección como miembro de la Academia de Bellas Artes de Toulouse de Francia, promovido por Jean Sermet; en el polo opuesto la medalla al mérito ajedrecístico por el cultivo de este juego y la creación de su buena biblioteca de ajedrez, que motivó un artículo en este boletín (número 41, diciembre 1989). Sólo faltaron, entre sus recompensas, el Sueldo jaqués y que una vía de Jaca lleve su egregio nombre.

 El Ateneo de Zaragoza hace llegar su sentimiento por la muerte de uno de los quinientos aragoneses más importantes de todo el siglo XX, a sus seis hijos, hijos políticos, nietos y demás familia, pero también a Jaca y a todo Aragón. E insta a su ciudad a que perpetúe su recuerdo, dando su nombre a una calle, rogando nos haga conocer con anticipación el hecho a sus miles de admiradores, para que podamos asistir al acto que así lo proclame.

F. SOLSONA

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