"El Pirineo Aragonés”, 16 de enero de 2004

CARMEN BANDRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT

Juanito

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Es poco prudente idealizar a nadie, ni siquiera cuando su ausencia nos invita a recordar todo lo que aquél demostró mientras estuvo entre nosotros. Sin embargo, resulta obligado reconocer la ingente labor desarrollada por la encomiable figura de Juan Lacasa Lacasa, especialmente mientras tuvo en su mano el bastón de mando del Ayuntamiento jacetano.

Cuando en mayo de 1943, Juan Lacasa se convierte en alcalde de Jaca, nuestra ciudad era un pequeño núcleo con más entusiasmo y fe que realidades fehacientes; pocos años más tarde, es una ciudad en pleno progreso, abierta a Europa y al pensamiento que desde el otro lado de los Pirineos, le confiere un inusitado grado de modernidad, de ciudad culta, muy ajeno a la cerrada mentalidad imperante en la época.

La Escuela Militar de Montaña, cuya ubicación en Jaca fue decididamente impulsada por Juan Lacasa o el Instituto de Estudios Pirenaicos, actual sede del Centro Pirenaico de Ecología, y la construcción del Gran Hotel, constituyen sólo meros hitos cuyo relieve no debiera enmascarar la inmensa transformación urbanística de la ciudad que pudo así acoger un futuro esplendoroso, imposible sin unas infraestructuras adecuadas. El Ensanche y la actuación promovida y consolidada por el  

nuevo proyecto cambiaron la faz jacetana; su joya más preciada, el paseo de la Cantera, representa la confirmación visionaria de una vocación turística, muy pronto indisoluble del desarrollo de jaca.

Juan Lacasa, Juanito, como cariñosamente lo conocíamos, fue un hombre honrado, a quien resultaba innecesario pedir cuentas, pues él se adelantaba a ofrecerlas con una transparencia que debiera ser ejemplo de gestión pública. Se ha marchado con una espina clavada: la reapertura del Canfranc, su último sueño imposible y por el que tanto luchó. Nos ha dejado un legado de honestidad y dedicación a Jaca que nuestra ciudad recordará para siempre.

Aunque Juanito, hombre sencillo y cordial, amante del ajedrez y de todo lo que significase cultura, no pretendía pasar a la historia, cada piedra, cada rincón de Jaca, llorará con nosotros su pérdida. Y, mientras, en el horizonte, un águila remonta su vuelo hacia la eternidad: de una de sus garras cuelga una cinta con los nombres de Jaca y de Juan Lacasa escritos en letras de oro; de la otra pende un galón cuyo anverso cita: Reapertura del Canfranc, mientras en el reverso puede leerse: Juegos Olímpicos de Invierno.

CARMEN BANDRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT

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