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Jaca, 20 de junio de 2010
Descubrimiento de placa del Ateneo de Zaragoza a Juan Lacasa Lacasa. Calle del Obispo nº 2, Jaca
Galería de imágenes Ateneo de Zaragoza
Palabras de agradecimiento de los hijos de Juan Voy a dirigirme a ustedes, con la siguiente indicación de mis hermanas María y Carmen: “venga Paz, mejor que hables tu…”. Y yo he preferido leer. Agradecemos sinceramente esta peregrinación cívica del Ateneo de Zaragoza a nuestra ciudad y a Yebra de Basa para honrar a tres figuras jacetanas: Genaro Casas, Tomás Buesa y a nuestro padre Juan. Tomás y Juan fueron grandes amigos. Nunca pensamos encontrarnos tres de sus hijas y su hijo Enrique, en un acto tan original y emotivo propiciado por el Ateneo zaragozano. Nos acompañan algunos familiares: su yerno Carlos, mi hija Teresa representando a todos sus nietos, sus sobrinos Juan Manuel y Agustín Castejón, y otros que vemos cerca de nosotros. Nos sentimos verdaderamente complacidas por la presencia de todos los que estáis aquí, llegando a este portal jaqués para demostrar vuestro aprecio a la figura de Juan. Queremos transmitiros que nos conmueve la colocación de esta hermosa placa, por su significado de una gran demostración de cariño y reconocimiento a nuestro padre. Es un preciadísimo obsequio que a partir de ahora, disfrutaremos además de toda su gran familia, la ciudad de Jaca, que ha apoyado por unanimidad en la sesión de portavoces del Ayuntamiento el martes último, su colocación a propuesta del Ateneo zaragozano. Aunque todos sabemos de Juan, es entrañable volverlo a evocar: sonroja a sus hijos traer a colación la memoria de nuestro padre, según el decir de Don Fernando Solsona Motrel, en el Boletín del Ateneo del mes pasado: “…fue Juan un hombre ponderado, buen amigo de los suyos y uno de los grandes alcaldes que ha habido en ciudades aragonesas”. Jaca y los jacetanos, añadimos su hijos, fueron la gran pasión de su vida. Además nos gusta recordar otros hermosos afanes suyos: la montaña y el esquí, el ajedrez, su entusiasmo por la Universidad de Verano de Zaragoza aquí, por los Monasterios de San Juan de la Peña y su entrega durante años a su Hermandad. Nos gusta revivir también que no paró nunca de luchar por la apertura del ferrocarril internacional del Canfranc. Juan creemos, tuvo una temprana y futurista visión de nuestra gran Europa, nacida de su vivencia en nuestra ciudad fronteriza. Como representante de los pequeños y medianos empresarios españoles en su madurez, tuvo varias participaciones anuales en la Organización Internacional del Trabajo en su sede de Ginebra. Recordamos lo que le entusiasmó escribir en los semanarios jacetanos de La Unión y El Pirineo Aragonés. Pudo publicar varios libros y de uno de ellos, no demasiado conocido, “La energía en el Pirineo Aragonés”, se sentía verdaderamente orgulloso. Siempre retendremos los suyos y creo que también la ciudadanía de Jaca, la imagen de Juan trabajando con su primo hermano Generoso en la ferretería prácticamente hasta el fin de sus días. Según un proverbio marroquí, de muchos hombres se habla por última vez en el cementerio. Pero cuando los hombres han tenido hijas, se sabe que se volverá a hablar de ellos. Curiosamente ha sido el Ateneo de Zaragoza, el que nos ha brindado la ocasión para que en estos instantes públicamente María, Carmen y yo podamos recordarlo. Nombrar igualmente a nuestra madre Pilar, con la que Juan fue tan feliz. He fantaseado con la posible presencia ahora aquí de Juan hablándonos él sobre su pasado. Casi seguro que nos hubiera dicho: “yo fui yo y mi circunstancia”, parafraseando la expresión de Ortega y Gasset, uno de sus intelectuales más admirados. Para terminar: conocidos y desconocidos, al pasar por esta acera de nuestra querida calle del Obispo, en el nº 2, se cerciorarán de que en este portal vivió siempre una persona útil para Aragón, según el sentir del Ateneo zaragozano y de los jaqueses que lo han confirmado en sesión municipal. Muchísimas gracias a todos por vuestra presencia y afecto.
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