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Nota del autor |
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El semanario EL PIRINEO ARAGONÉS, alcanzador de un siglo de apariciones, es archivo, espejo y memoria de la vida de Jaca, en los últimos cien años. La condición de jaqués del firmante, muy largos decenios colaborador en él y, sobre todo, nuestro inmenso amor a la ciudad, nos han llevado a acometer la honrosa y difícil tarea de resumir telegráficamente los voluminosos tomos que forman la colección. Y ello, casi como borrador o guión de una posible historia del siglo más moderno nuestro. Hemos dedicado unos cientos de horas a examinar, hoja por hoja, días y semanas, meses y años, decenios y centuria redonda, desde la aparición hasta fines de 1980. Nos permitimos darle entrada con el preludio de un año, 1881, en que fue EL ECO DEL PIRINEO CENTRAL, el antecesor inmediato de la perdurable tarea de los Quintilla y Manuel González Chicot, durando EL ECO DEL PIRINEO CENTRAL de abril de 1881 al mismo mes de 1882 y enlazando, en la misma imprenta y conexión de suscriptores, con EL PIRINEO ARAGONÉS que sigue así hoy con este título. Enorme resulta la dificultad de síntesis, que a la vez es cuestión subjetiva, de gustos y preferencias instintivas. En la cambiante sociedad jaquesa y el natural filtro que de ella van haciendo los que escriben el semanario, se observa la lógica y casi revolucionaria evolución, que exagerando un poco se ve pasar de lo medieval a lo cosmopolita. En el lejano trasfondo andan Ramiro I, la Catedral y San Juan de la Peña, está la España de los Austrias con la Ciudadela o la fachada consistorial plateresca, algo del resurgir dieciochesco y carlotercista como una Económica de Amigos del País, más posos del turbulento XIX. Y en sus dos últimos decenios, los que podemos revivir en el semanario, empieza en las cabezas para seguir en las manos un Jaca progresista y realmente inquieto y lleno de aspiraciones, apoyadas unas en otras, combinando logros y superando momentáneos fracasos, inserto en lo oscense, regional, nacional, europeo y universal, pesándonos la frontera como una avivación de conciencia, ya ello presente en las calzadas romanas o en el Camino de Santiago, como una línea sensible e incitadora, como una solidaridad, más moral a veces que material, con lo europeo. Este trabajo cronológico se muestra rico en sugestiones. Tras ese esencial haber visto la curva de evolución, hay que, ante todo, afirmar con objetividad la lentitud del crecimiento demográfico, que redondo y sólo por claridad, pasa de 4.500 a 13.500 almas en el siglo estudiado. Pero enseguida sigue por ahí el optimismo jaqués y pensamos en los posibles 40.000 del año 2080, con el mismo exponente crecedor de tres. Otra sugestión, comprender que un siglo ha permitido a Jaca pasar de las murallas, los pozos, los candiles y las diligencias a un buscar y hallar muchas veces lo perfecto, en construcciones y urbanismo, en la cultura, el turismo y el deporte, siempre con las grandes fuerzas presentes de lo civil, lo eclesiástico y lo militar, configurando una ciudad de servicios que viene de Sancho Ramírez pero que sabe de ecología y de la civilización postindustrial. Nuestro esquema resumidor del semanario alcanza a casi 500 folios encuadernados, y que se incorporan a la colección para uso de estudiosos, en los que número a número se esquematiza la transitoria actualidad. Para hacer esto publicable y manual en lo posible, se ha reducido como a medio folio anual promedio, más extensos los años recientes. Y encabezamos con un comentario apriorístico cada decenio. Lo que esperamos aumente la claridad de la lectura. Termina nuestro trabajo con un intento de fijar temas ya monográficos que pueden acometerse y para los que confiamos sirva de apoyo el índice descrito. Finalmente hay un registro onomástico, con unos 500 nombres. Con facilidad pudieron ser mil y lamentamos su forzosa parcialidad. Habrá personas llenas de méritos pero por temperamento más oscuras, menos comunicativas, que han hecho mucho por lo jaqués. Vayamos ya a la andadura decenal y anual. Gracias, lectores.
JUAN LACASA LACASA |