"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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AL COMPAÑERO Y AMIGO, MANUEL GONZÁLEZ CHICOT

13/12/2002

Los fines de semana traen noticias fúnebres, en los viernes de El Pirineo Aragonés. Dios va pasando tarjeta, y el lector que se asomó a la puerta de la iglesia, se aleja con su meditación de lo transitorio. Muchas veces el golpe de la novedad resumida se hace más fuerte y más significativo, porque la noticia afecta no sólo a familiares y próximos, sino al conjunto de la ciudad.

Y así se va haciendo historia y se construye la memoria del ayer. Alguien ha de recogerla y entregarla al común. Con el muerto se va a dejar no sólo la memoria, sino también un pedazo de nuestra propias vidas. Y ello con nombres que el tiempo borrará y lo hará cenizas. Como dijo Quevedo: "...polvo serán, más polvo enamorado".

Esta vez suena fuerte la inscripción del desaparecido Manuel González Chicot. Se ha ido de entre nosotros y deja su obra jaquesa, que por fortuna tiene continuadores. Él había ido construyendo el recuerdo colectivo y se lleva con su tiempo un pedazo de Jaca. Lo había inspirado el amor a lo jaqués y era inacabable su aportación, que alcanzaba la dimensión de su propia vida.

También se podría aludir en este momento, a la canción melancólica de Rubén Darío, cuando dijo: "...Más a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin, con el cabello gris me acerco a los rosales del jardín."

No es hora de resúmenes de nombres que dejan más de un siglo de notas, desde los lejanos y ya desconocidos apellidos, Del Olmo o Lardiés, hasta los presentes portadores de la antorcha. Tiempo nos de Dios para detallar muchos recuerdos, desde el lejano Eco del Pirineo Central, hasta los modernos números de la nieve.

Dejamos como una piedra en la base del monumento, dedicado a los ayeres de nuestra ciudad y quede el nombre del desaparecido como fundamento de las columnas del semanario.

Al compartir la pena que nos afecta, rezamos con los familiares de Manuel por su alma de cristiano, y pedimos que los continuadores del centenario aparecer, conserven los caracteres que la familia Quintilla imprimió. Sobre todo deseamos que persista la nota de moderación y respeto que inspiró la pluma de Manuel.

JUAN LACASA LACASA

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