"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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MOMENTO DEL CANFRANC

15/07/1988

Quizás el lector sufre estas semanas hasta una saturación informativa sobre el Canfranc. El firmante se halla perplejo ante el alud de petición de datos, de recuerdos, de documentos a fotocopiar, de textos históricos aireables, de impresiones y de formulación de expectativas. Prensa jacetanista, altoaragonesa, oscense, zaragozana, radios de todo alcance hasta llamadas de París, la Universidad con su extrema benevolencia al acoger y solemnizar el tema. Bienvenido sea este aluvión si sirve a la gran causa del restablecimiento, de abrir una segunda y decisiva fase de explotación, justificando el túnel, la ilusión y el esfuerzo de nuestros padres y abuelos, el gritar actual de las colectividades.

Cambian las coyunturas y los ambientes históricos y políticos y en la larguísima historia de Canfranc se va en España desde el agitado medio del siglo XIX, abocando en la restauración Canovista, Dictadura de Primo de Rivera, Segunda República, Guerra Civil y Estado de Obras del franquismo, de nuevo la Monarquía borbónica apaciguadora, con el consenso y la Constitución de 1978. A través de esas situaciones de tan opuesto signo, el Canfranc no se olvida y sigue adelante, por hacer, en renqueante marcha, moribundo y fallecido por hoy, esperando un mañana mejor desde un Aragón superador y una presencia española en la Europa Comunitaria, en la OTAN y en las realidades industriales.

Queremos poner nuestra abierta esperanza en las multitudes que van a subir este domingo a la gran explanada de la Estación Internacional, a la boca del Túnel, a sentir tactilmente ese agujero hoy inservible desde cuyo centro se avizora una lejana y diminuta lucecilla europea. Confiamos en que esas voces plurales van a gritar con conciencia de lo que piden, sin miras partidistas, sin disputa de jurisdicciones, sin protagonismos personales, sin consignas ni slogans a la medida de dirigentes y bandos. Tendrá que ser un decir puro, directo, sencillo, espontáneo, de que todos queremos lo que sea sensato y racional, sin utopías ni espejismos. Lo que nos saque, en fin, del aislamiento, del bosque en crecimiento sobre las vías francesas, del ridículo autobús SNCF que parece un furgón funerario, de las cartas que tardan seis días de Oloron a Jaca, de la ruina de andenes, puertas y ventanas de la Estación grandiosa, del silo recién hecho e inútil luego.

Un complejo de instancias y foros de decisión, europeos, parisinos, madrileños, de Burdeos y Pau, de Zaragoza y Barcelona, de Presidencias de Gobiernos nacionales, de Ministerios técnicos y económicos, de Parlamentos de Regiones a lo Aquitania y el Aragón Autonómico, de administraciones provinciales y municipales, de altos y bajos funcionarios, de Cámaras y Sindicatos tienen el Canfranc sobre sus mesas o sus conversaciones. En todos esos medios hay algo que decir sobre el Canfranc. Los que, no sé si ingenuos hasta un inútil romanticismo y una lealtad a la centenaria causa hemos nacido, vivido largamente y pensamos morir con el Canfranc en corazones y cabezas, deseamos no equivocarnos y poner nuestra voz y nuestra renovada esperanza en este sexagésimo aniversario del 18 de Julio del 1928 inaugurador.

JUAN LACASA LACASA

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