"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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JOAQUÍN GIL MARRACO JURISCONSULTO, PIRENEISTA, ARTISTA FOTÓGRAFO

26/04/1984

Más que octogenaria, desaparece esta figura cuya raigambre altoaragonesa y la larga presencia en Jaca son tan patentes que no necesitan demostrarse. Joaquín, «Gilito» afectuosamente para sus relaciones, queda vinculado a lo jacetano por raíces familiares muy largas, por su amor de la montaña fronteriza y porque, expertísimo en la fotografía, deja miles de pruebas, en perfecto orden, que sería hermoso seccionar por materias, destacar sus aspectos paisajísticos y folklóricos y exponer y publicar esa colecta para que no quede tan solo dormida en bien guardado archivo familiar.

Tres generaciones se cierran con él. Joaquín Gil Berges, su tío abuelo, 1834-1920. Gil Gil y Gil, su padre, 1863-1947, el propio Joaquín 1902-1984. Es nada menos que siglo y medio de vida española, aragonesa y pirenaica el que se vincula a esos nombres.

Don Joaquín Gil Berges nace en Jasa. Se forma intelectualmente en las Escuelas Pías de Jaca, en edificio ya pura historia de la calle Mayor, y en la Facultad de Derecho de Zaragoza. Triunfa en el Foro, en la alta Política y en románticas empresas aragonesistas como el ferrocarril de Canfranc. Diputado para las Cortes madrileñas por Zaragoza y Huesca en muchísimas legislaturas, miembro de las Constituyentes de 1869 y luego hasta la I República, en la que es Ministro adscrito a Emilio Castelar, de Gracia y Justicia, de Fomento e interinamente de Ultramar. Su recia personalidad pesa sobre todo en la defensa de las peculiaridades del Derecho Foral Aragonés, que mantiene hasta su más alta edad, tras haber sido el sistematizador de Proyectos y largos trabajos preparatorios del Apéndice de nuestras leyes para el Código Civil. Aun le recordamos vivo, con menos de diez años quien esto escribe, en un veraneo jaqués de respetabilísimo anciano.

Don Gil Gil y Gil siguió las huellas de su tío. También fue republicano y fue también jurista. Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Zaragoza y ante el que comparecía quien firma, en Junio de 1929. Su adscripción a lo jaqués se concreta en su ayuda al nacimiento de los Cursos de Verano, presentando a Miral en el Teatro Variedades de la hoy Ronda Norte o Avenida de la Jacetania, en Agosto de 1926. Luego, como primer Rector de Zaragoza con la II República, en cuyas Constituyentes fue Diputado, apareció en la apertura del Curso de Verano de 1931 en el Teatro Unión Jaquesa. Distaba ideológicamente de Miral en lo público, pero eran realmente fraternos en lo altoaragonés, lo cheso y lo jacetano.

Don Joaquín Gil Marraco, ahora fallecido, resulta el tercer abogado de la serie, tiene activo despacho en Zaragoza, es también Asesor en materia de inmuebles para la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja y prolonga pues ese apellido que suena en los tribunales, en la cátedra y en lo académico durante el siglo y medio aludido. Pero Joaquín nos interesa además como realmente jaqués. Su conferencia de 22 de Julio de 1945 en el mismo Teatro Unión Jaquesa, IV Semana de Derecho Foral Aragonés, traza ampliamente el hacer de su tío don Joaquín. Joaquín “el joven” se inserta, como uno de los más característicos ocupantes, en una vivienda del barrio ajardinado de José María Albareda Herrera, acertada iniciativa de los primeros años 40, y forma en ella un verdadero museo literario del Pirineo. Hace casi solo meses teníamos ocasión de ver con él, en insospechada despedida, los grandes textos franceses de pireneismo galo del siglo XIX.

La obra fotográfica de Joaquín excede el marco aragonés y alcanza vuelo europeo auténtico. Tiene en sus manos el sucesivo progreso de las máquinas ”de retratar” y capta las nubes, los atardeceres, las siluetas montañosas, las viviendas en desaparición, los tipos regionales de profundo carácter y significación.

Nos atrevemos a veces a pedir en Jaca conmemoraciones, recuerdos, evocaciones, de quienes han pasado por aquí o a quienes debemos gratitudes, a los que somos deudores de pedazos de conciencia colectiva, de empresas públicas, de evocaciones literarias al menos, Así rogábamos no hace mucho respecto a Luis Barthou o José Ortega y Gasset. Ahora el tema, la persona y la ocasión están aun más cercanos y entrañables. ¿Sería mucho pedir que nuestro Ayuntamiento, nuestro Centro de Iniciativa y Turismo, nuestra Casa de la Cultura, nuestro Palacio de Congresos, con el constante y benévolo ayudar de la Caja de Ahorros de Zaragoza, nuestra Universidad también, se ocupasen de que la obra fotográfica de Gil Marraco, también sus libros pirenaicos, tuvieran unas semanas veraniegas de exposición para la admiración de todos? Mientras eso pueda llegar, vaya nuestro recuerdo emocionado para el amigo muerto, y el afecto y la condolencia más sinceros para sus familiares.

JUAN LACASA LACASA

 

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