"El Pirineo Aragonés”, 16 de enero de 2004

TERESA ABADÍA
Le faltó el sueldo jaqués

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 Inexplicablemente el Ayuntamiento de Jaca nunca le concedió el Sueldo Jaqués a D. Juan Lacasa Lacasa.

Aunque Juanito siempre fue ejemplo de jaqués y de jacetano, y cumplía con todos los requisitos para ello: “Persona cuya actividad personal o profesional haya tenido un gran significado en beneficio del desarrollo de la ciudad”.

Él fue un gran luchador no sólo por Jaca, sino por el Canfranc, por San Juan de la Peña y por tantas otras cosas de nuestra tierra.

Así se lo reconocieron en aquel amplio homenaje, como decía El Pirineo  del viernes 28 de mayo del 93: “el pueblo de Jaca a través de asociaciones y colectivos ciudadanos rendirá mañana sábado un homenaje popular a D. Juan Lacasa en reconocimiento a su dilatada labor en defensa de los valores jacetanos y aragoneses”.

Dicen que el día del entierro es el día de las alabanzas, pero en Jaca no, aquí somos muy montañeses y algo secos, así que cuando se habla bien de una persona es que realmente se lo merece.

Y Juan Lacasa dejó el recuerdo de un gran alcalde, un hombre cosmopolita y viajero, convencido europeísta que abría su ciudad al mundo.

Estos días hemos leído reflexiones sobre su persona que le califican de lo que fue, un insigne jacetano y recordamos la semblanza de su vida que hizo Jesús Dumall y el homenaje de Tomás Buesa que fue publicado en El Pirineo.

A la memoria nos vienen los viejos recuerdos, de las conversaciones de padres a hijos, (cuando no había televisión) y del alcalde de Jaca, D. Juan Lacasa desde el año 1943 a 1961. En aquellos años duros de la posguerra Jaca tenía un alcalde que viajaba a menudo a Madrid consiguiendo ayudas para su ciudad, a un alcalde que planificaba, que organizaba y que culturizaba a la población ensalzando siempre nuestra rica historia y nuestro pasado monumental.

 

Como ahora se diría “un alcalde de largo alcance”. Un gran humanista aficionado a los números. En el año 49 decía: “Pretendemos en fin, dotar a Jaca de obras y servicios que la preparen como población agrícola, con alguna posibilidad industrial, núcleo turístico y veraniego y plaza militar, para albergar en un futuro una población de hasta 25.000 habitantes, fundiendo los actuales casco y ensanches, extendiendo las posibilidades de acceso y edificación desde la Victoria a la Estación, y desde la Glorieta y Cantera hasta las Rondas del Sur, pensando que el actual casco, con sus 50 calles ya pavimentadas, con alumbrado y alcantarillado, sean el núcleo de ese otro Jaca extenso que ocupe la meseta y armonice lo nuevo y lo viejo”.

Y entonces, como ahora, se hablaba del problema de la vivienda, y de la suerte que tenían los que habían conseguido una de las 50 protegidas que se iban a construir en la parte de arriba del Ferial al lado de la plaza de Bizcos (¿o aún se le decía el Campo del Toro?). Fueron programadas en el 53 y habitadas en el 57, casas con jardín individual, un ejemplo de financiación, se pagaron unas 257 Ptas. al mes y otras a 312 Ptas. al mes durante 25 años, sin ningún problema con los bancos, porque se abonaba en el mismo ayuntamiento.

Otro tema de conversación fueron “las Casas Baratas”, así llamaban a los chalets de la Ciudad Jardín, después calle Albareda (en recuerdo del fundador de la Estación de Estudios Pirenaicos, más tarde Centro Pirenaico de Biología).

Fue otro proyecto de Monclús, 34 viviendas protegidas que costaban unas 40.000 Ptas. Pocos de Jaca compraron, a unos les parecía muy lejos... o más bien a la mayoría nos faltaban las 40.000 Ptas. Y casi todas fueron adquiridas por gentes de Zaragoza “con más posibles”.

Durante años se preguntaba ¿vives en las Casas Baratas? Con gran enfado de los propietarios que contestaban ¡de baratas nada! Y se llama calle Albareda.

En su crónica de “Medio Siglo de Cursos de Verano” de la Universidad de Zaragoza en Jaca, vemos su entusiasmo por la Cultura en Jaca, y de su orgullo como jacetano que una ciudad de apenas de 12.000 habitantes tenga 30.000 metros cuadrados dedicados al servicio de la educación, la investigación y la cultura, “Las manzanas culturales” como él decía en el Ensanche Poniente al lado del Paseo. La actual Corporación Municipal le acompañó en su funeral y entierro con todos los honores. Siempre están a tiempo de conceder alguna condecoración o alguna calle a este ilustre jaqués.

TERESA ABADÍA

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